A menudo leo los periódicos del sábado el domingo por la mañana. Es el único día en que tolero la lectura retardada de acontecimientos que ya no me interesan porque la actualidad digital y sus vómitos me encharcan en otros fangos y sé que regodearse con el ayer es revolcarse con la muerte. Sin embargo, me produce un enorme placer encontrarme con una de esas…