Delante del libro, cada noche, subrayo con vehemencia las palabras de otro que querría me brotaran espontáneas. Ligeras, pertinentes. He convertido los ratos de soledad en atracos sin violencia ni testigos. El placer del eyeliner de Chanel gris antracita paseando entre “deliberado” y “fugitivo”. Con esa mina blanda, destelleante, dócil. Un lujo que derramo sin usura. Para revolcarme entre términos nada ostentosos, por cierto. No…