No soy Sara, no tengo sus curvas cimbreantes, su melena Pantene,  ojos incandescentes ni un Iker Casillas que me baile en las tardes de luna y azoteas. Las tías buenas como Sara Carbonero tienen que demostrar  que son listas, rápidas, ingeniosas y… modestas. Deben borrarse para ser perdonadas. Deben resucitar de entre los muertos sin épica ni tambores. Y apretar los dientes al son del…