Ayer di mi primera y última clase de spinning. En realidad no tenía ninguna intención de subirme a una bicicleta rodeada de congéneres para pedalear al ritmo de una música ratonera bajo la dirección de un profesor desganado y con pinta de darle a la halterofilia o al lanzamiento de martillo, pero las cintas de correr estaban ocupadas y lo interpreté como una señal del…