Voy a hablar de cómo una mañana cualquiera un libro que no compras y alguien te envía, que pasa meses arrumbado en un rincón de la estantería y del que no te deshaces porque su título tiene algo que tú, lectora ávida y soberbia de “literatura de calidad”, sientes que de alguna manera te interroga y de pronto te dejas seducir por su silbido tenue…