Elijo un libro para él. No estoy segura, es un acto crucial, de tan comprometido. No es transferible la emoción, ni estremecimiento ni el asombro. Uno lee con toda la carga de su momento vital salpicado de migas y de leche. El vestido que eligió esa mañana, el amargor de un café súbito y encapsulado tras dos semanas de lenta cafetera italiana que son el…