Recibo un mail. Y enseguida otro, del mismo remitente: “Querida V. te acabo de enviar un correo por error. Se autodestruirá en cinco segundos. Cinco, cuatro, tres, dos, uno….Boom!“. Y, lamentablemente para él, varón de mediana edad y pluma virtuosa, no explota la bomba porque los informáticos aún no han inventado un sistema de destrucción de palabras por psiquismo o por desesperación. Lo primero que…