Termino un libro extraordinario y me siento huérfana, o acaso viuda. Consciente de que no será fácil encontrar otro que esté a la altura. Ha sido mi pareja de cama durante algunas noches ardientes en las que ha conseguido que esquinara a los demás, en ese concubinato loco que me traigo con varios (dos, tres, cuatro). El duelo necesario no es un duelo, sino una…