Mi querida Big-Bang:

Tarde o temprano, a toda madre moderna de real life le llega su San Martín. Tú estás cenando con tus chukis, mirando cómo el vaso de minichuki se llena de migas submarinas asquerosas, y en esas te suelta que ella” es gay”. Tú, como eres liberal, homófila y llevas el pelo muy corto, continúas masticando como si tal cosa, y entonces la zorrita de la enana prosigue. Que si he visto besarse a dos chicas. Sí, cariño, las he visto. ¿Y a dos chicos? Pues también. “La única combinación que me falta es ser humano con bóa constrictor”, la instruyo limpiándole el tomate frito con la servilleta, a ver si da por concluido el capítulo confesiones. “Entonces, mami, puedo ser gay ¿verdad?”

Sí,cariño, puedes ser gay, ingeniera nuclear, folclórica, legionaria de Cristo o levantadora de pesos. Ella, obviamente, me está poniendo a prueba. Y como soy librepensadora y encima pienso poco, quiero zanjar la conversación y sueño con que haga su performance en la mesa de su padre, que sin duda se atragantará y quiera dios que no sea con el jamón ibérico cinco jotas, que lo carga el diablo. Yo, como la ex contemporizadora que soy, le daré unos golpecitos en la espalda y le diré: “ex cariño, tarde o temprano todos deberíamos tener un gay en la familia”, como en los años setenta se decía de la tele en color. Y tan contentos.

“Mamá, entonces ¿mola ser gay?”, sigue a la carga mi pequeña borroka. Y, sin salirme del discurso de la tolerancia radical, le hablo de Miguel Molina, de la Bien Pagá, de Oscar Wilde y hasta de Safo, pero ella está pensando más en un Twinky Winky, me temo, y le cuento que era el Teletubby morado del bolso. Ah no, si lleva bolso no le sirve. “Además era un pesado, estaba todo el rato abrazando a Lala, mami”. Ya, jamía, es que los gays también son pesados, no creas.” ¿Supermán es gay?”, pregunta,sin saber que ese es un viejo debate de la historia de la humanidad. “No sé, chitina.En la etiqueta lleva una S, no una G”. “Puede ser Supergay, no, mami?. Supongoooo- “¿Y las tortugas Ninja, y los Gormittis?”.

En este punto quemo mis naves. Se puede tener una hija gay, pero no una plasta gay que prolonga las cenas para matarme de aburrimiento y que le perdone la merluza rebozada. Es un viejo truco, sí, y yo una lerda decidida a llevar mi buenrollismo hacia los gays hasta el final. A educar en la tolerancia. Lo que viene siendo la educación en la ciudadanía ésa, pero en versión casera. Apunto en la agenda escolar: profesores, hagan ustedes el favor de incluir en el currículum de primaria un apartado nuevo: “Ser o no ser…gay. La sexualidad ambigua de los superhéroes americanos”. Y a la minigay la mando a la cama sin contemplaciones. Porque moderna soy un rato, pero madrastrona mucho, mucho más.