Leí ayer que Sinead O´Connor, la cantante calva que gritaba “Nothing compares 2 you”, ha sido expulsada de una web de contactos por hacer proposiciones sexuales “demasiado explícitas”. Según ella, el acto fue una provocación para comprobar hasta dónde llegaba la resistencia de los señores de “The Irish Sun“, un diario sensacionalista.

Como era de esperar, a los sesudos dioses del tabloide les alteró el reclamo de “un hombre hambriento de sexo, que no debía llamarse Brian ni Nigel ni tener más de 44 años“. Buscaba “un hombre peludo, sin depilar, con barba incipiente, que no use aftershave, ni secador de pelo, ni gomina, ni se tiña el pelo y, aunque me gusta el aquí te pillo, aqui te mato, le debe gustar acurrucarse“. Añadía después: “Debe ser suficientemente ciego como para pensar que soy preciosa” y, para rematar: “Policías con pantalones de cuero, jugadores de rugby y Robert Downey Jr. serán tratados con especial consideración”.

(Debe ser  lo suficientemente ciego como para pensar que soy preciosa)

La frase me desató una oleada de ternura. Pensé que Sinead, ayer un mito y hoy una señora mayor con la mirada errática, sigue siendo preciosa pero ha perdido esa determinación con la que hacía temblar los escenarios. Me pareció que en realidad puso su anuncio como quien lanza una botella al mar. Su cuarto marido, ese que le duró un suspiro, lo había conocido en esta web, una ruleta rusa donde ella apostaba todo a impar y rojo.

El envite de Sinnead no era una provocación, sino una rendición. El penúltimo intento de encontrar al amor de su vida, ese que se ha ido resistiendo con los años. Un hombre que la abrace. Aunque tampoco rechace “el aquí te pillo, aquí te mato”.

Querida Sinead, te escribiría al periódico si no fuera porque han borrado tu anuncio ¿sucio?. Te diría que cualquier hombre peludo no puede ser el hombre. Que el tinte, tienes razón, es innegociable y que la depilación masculina me solivianta tanto como a ti. Te diría que me gusta cómo te sienta el afeitado ahora que has perdido la firmeza de la piel. Que nunca olvidaré el día que quisiste ordenarte sacerdotisa, o aquel otro en que confesaste al mundo que eras bipolar y que te habías intentado suicidar a los 33. Que fuiste carne de abusos, carne de reformatorio y que la música te salvó la vida.

Te diría que sospecho que pides un polvo para no pedir un beso. Y que sí, que lo ideal es el completo: polvo y beso. Y que esos tipos que responden a tus anuncios no son lo que andas buscando, pero entiendo que te ayudan a pasar las páginas del calendario.

Que si me gustaran las mujeres, te eligiría a ti. No por musa, no por rebelde. Sino por superviviente y por romántica.

Que esos tipos del tabloide no han entendido nada.

Y que respecto a Robert Downey Jr. estamos de acuerdo. Yo también lo trataría con “extrema consideración”.