Con los mejores actores se puede hacer una película fallida como con las mejores fabes te puedes cargar una fabada. Pero hay películas fallidas que, sin embargo, te hacen pensar en real life.

Así de redicha arranco hoy, porque aún regurgito “Una pistola en cada mano”, de Cesc Gay, que fui a ver anoche con A. y todas las expectativas del mundo. Hay que ver cine español, sostener la industria y bla,bla,bla. Mi amiga, lo diré, acababa de cofirmar un guión con Icíar Bollaín sobre Aldeas Infantiles SOS. Un pequeño ¿corto? http://www.undostrescasa.org/?et_cid=7&et_lid=59301&et_sub=wbAldeas que arranca con un niño contando al escondite inglés. Epítome del juego, de la infancia y de la casa. Me pareció brillante. Emocionante.

-No bebas de mi botella, que tengo catarro.
-Últimamente todos los hombres me parecen guapos…

Al minuto los guapos eran Leonardo Sbaraglia y Eduard Fernández, ese pibón argentino y un bajito magnético al que siempre veo alto, y sus personajes se habían encontrado por azar en el vestíbulo del terapeuta del primero. Dos cuarentones ex compañeros de colegio y de farra. La incomodidad de que uno ha sorprendido al otro llorando y llevan veinte años sin verse.  El diálogo arrancaba ágil, la situación de partida, sugerente; los actores, impecables. 

Esta primera historia tuvo destellos, pero se alargó en exceso, como las otras cuatro. Pensé que a veces uno no sabe cómo rematar la faena. Les pasa a los toreros. Les pasa a los oradores. Le pasa a mi hija con la flauta… Les pasa a muchos hombres y mujeres que ya no aman a su pareja y no ven el momento de romper.

Nos pasa a los cuarentones que presuntamente sabemos ya lo que queremos y sin embargo seguimos buscando en laberintos cada vez más enrevesados.

Cesc Gay habla de que la madurez no existe. De que somos supervivientes cargados de taras que vienen de muy atrás. De que el fracaso se hace bola y podemos caer en la tentación de perpetuarlo para no enfrentarnos al abismo de la soledad.

Otra historia. En la pantalla,  Ricardo Darín y Luis Tosar.

-Me gustan los dos. A muerte. ¿Es preocupante?, susurré a A.
-¿Y el perro qué, bonita, también te gusta?

Dos hombres, unos cuernos matrimoniales, una reflexión sobre la pareja. “Después de tantos años juntos ¿no crees que debería perdonarle que se vaya con otro?”. Y un desenlace redondo que no cuento para no reventar la historia mejor medida de las cuatro.
Dos actores haciendo esgrima en un parque bello y desolador, y esa melancolía sobre el amor en la madurez.

-¿Estás enamorado de ella, lo estás? (Darín)
-Es difícil no enamorarse de Laura…(Tosar)

Otro diálogo, después del cine,  en un bar. Ya no hay ficción, sino ensalada de ventresca y pulpo a la gallega. Parece ficción.

-Creo que mis relaciones no han funcionado no porque ellos fallaran, sino porque yo no me entregaba del todo. Pensaba: es difícil no enamorarse de él…Qué triste, ¿no?
-Yo sé que él tiene a otra, y sin embargo aún no le he dado con la puerta en las narices.

Un, dos, tres, al escondite inglés.

-¿Te gusta mucho, no?
-Sí, pero me hace sentir como la gallina del experimento conductista del que me habló M. el otro día, que terminó volviéndose loca y picando el suelo sin granos de maíz hasta destrozarse el pico.

Dieciocho, diecinueve….¡voy!

-¿Eres una gallina?
-Soy una gallina que huye con el pico roto.
-Un maltratado maltrata.
-Sí, por omisión, pero maltrata.
-Me admira que seas capaz de abandonar el comedero para siempre.
-No he dicho que sea capaz…

Añadiré que la película de Cesc Gay se me hizo plúmbea, eterna, a pesar de los destellos. Que pensé que hay historias que pueden contarse en un diálogo corto y afilado como los cristales de un vaso que se estrella contra el suelo.

Que estoy rodeada de cuarentones llenos de cicatrices en la planta de los pies que sin embargo no han parado de bailar.

Y que eso mola. 

Shall we dance?

P.D. La gran trampa de la peli de Cesc Gay es que la anuncian como “comedia”. Qué ironía!