“Con esas uñas dan ganas de chuparte los dedos”.

Parece que algunos se toman la molestia de elaborar los piropos. La mujer se contempla las uñas, rojas, y las esconde en los bolsillos del chaquetón.

El tipo sonríe y pide disculpas. “No quería molestarte, perdona”

Ayer un desconocido quiso chuparme los dedos.

“¡Qué asco!”, exclaman las chukis al unísono.

(Pienso que, puestos a chupar, la cosa podía haber sido mucho mas subida de tono, pero me ahorro la explicación, que son menores de edad)

La china que me hace la manicura me maltrata. Retira los pellejos, recorta el sobrante y se afana con la lima hasta arrasarme la piel. “Uñas cortas, demasiado cortas”.  Me ahorro, ahora también, la explicación de mi fobia por las uñas largas, que son todas aquellas que muestran una luna blanca aunque sea de un milímetro.

Entonces termina la tortura y pregunta sin mirarme a la cara.

-¿De qué color?

-Rojo sangre, como siempre.