Mi querida Big-Bang:

Mr Rubidio ha vuelto al ataque. Dice que deje de clasificar a los seres humanos como a escarabajos. Que si fuera Kafka tendría un pase, pero que como no es el caso ni por género, ni por talento, ni por vocación, pues que abandone y me dedique a los tatuajes de Chanel u otras fruslerías. En el fondo, a Mr Rubidio le provoca que hable de él, aunque sea mal. Lo entiendo. Un espíritu contrahecho y calvo sólo puede sobrevivir en las palabras que no se lleva el viento. Lo de su peluquín es otra historia.

Mi hermana me contó que el otro día entró un tipo en la consulta de su primo dentista y al tumbarse en la silla el bisoñé se le quedó a medio camino entre frente y nuca. El dentista, abochornado, no vio otra salida que colocárselo en su sitio con la punta del torno y hacer como que allí no había pasado nada. Si eres calvo y llevas peluca debes estar preparado para éste y otros sucedidos humillantes digo yo. Igual que la mujer con sujetador de relleno lo está para descubrir sus cartas en la cama. Mejor a oscuras. Mejor en soledad.

La real life nos está llenando de postizos. rellenos y accesorios que no deberían verse. ¿Hay algo más feo que un empaste, que una faja que aumenta dos tallas de culo, que unas hombreras extra king size? Sí, lo hay. Un tipo que antes de saludarte te recita su currículum profesional, en perfecto inglés y sin despeinarse su pelo engominado. Por mucho que cueste creerlo, la gomina sigue en las estanterías de algunos. Es una superviviente de los noventa. Esa década prodigiosa de la opulencia en la que los perfumes caros nos impidieron ver el precipicio que nos esperaba a la vuelta de la esquina.

En este punto te pregunto: ¿los tacones son un relleno?, ¿lo son las conversaciones de ascensor, para despistar la horrorosa imagen que proyectaN en el espejo esos tubos fluorescentes que deberían estar prohibidos por el Tribunal de Derechos Humanos de la Haya? Sí, me temo que lo son, como también ciertas parejas de nuestras vidas no han sido sino un relleno, un postizo para cubrir la calva sentimental, el páramo de algunas soledades. Se cayó el bisoñé, te quedaste tiritando. A rellenar con los libros, las películas, la laca a tutiplén, los pasteles de crema o la última copa de madrugada.

Me propongo por tanto desposeer mi martes de rellenos inútiles. Seré un pavo sin ciruelas ni cognac. Aquí se quedan mi sortija de Iron Maiden y mis pestañas postizas. Dioses del Olimpo, dadme la sabiduría porque hoy mato las frases huecas y mi condición de soufflé hinchado que en la boca se queda en nada. Allá voy, enjuta y macerada. Lo mismo ni me véis. Me quedo en nada.