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Museo Pompidou Málaga
1.Francamente, me da igual lo que haya
pasado en “Juego de Tronos” en su última temporada y también la
que ha liado el tal Manuel Bartual con su poco imaginativo delirio
del doble en Tuitter. Me parece mucho más relevante lo que ha
sucedido en Málaga mientras dormía.Unos años en los que
tiraba para la costa directa desde la estación de María Zambrano,
sin mirar atrás y convencida de que no era una ciudad para más
ensoñación que la de los espetos de los bares del Palo.

Esta vez
paré, abracé a mis amigos y los arrastré al Museo Ruso San
Petersburgo
y al Pompidou, del tirón. Caí a los pies de
los Romanov, balbuceé de admiración delante del cuadro del
Palacio de Hielo, temblé bajo la mirada de Pedro I y me hubiera
arrodillado delante de un formidable Invierno en la exposición
temporal de los Jawlenski y sus coetáneos. Del Cubo de colores me quedo con las
videoinstalaciones de Tony Oursler, el hulahop de SigalitLandau, los Giacometti (soy fan rendida) o el John Currin, entre otros.
Diría que es una muestra lúdica, como ir al parque de atracciones
y atiborrarte de algodón dulce pero sin vomitar en la noria. El
paseo por un centro recuperado para el peatón entre tabernas
vetustas y plazas alborotadas fue el remate de un plan 10. El puerto
resucitado invita a divagar entre esculturas de bronce, bistros
design y escaparates. La globalización de los puertos es un hecho
y sanea los suburbios
. También hace que las ciudades con mar se
parezcan cada vez más. Como vestir de Zara

2.Mucho antes,cuando el calendario
estrenaba verano, fui al Centro Botín de
Santander, aplaudí a Renzo Piano
en su propuesta de naves espaciales amerizando el Cantábrico
y, tras regodearme un rato con los inventos de Carsten Holler
me sumergí a conciencia en los dibujos de Goya, un poco
desconcertada con la ubicación. “Sueño de brujas consumadas”,
“Buena mujer, parece”, “Ni por esas, qué tiranía” son tres
de los títulos que me hicieron sonreír. Enseguida apunté los
beneficios de la descontextualización: en el museo del Prado apenas
me había detenido en esas obras, ensombrecidas por el poderío de
los must del pintor aragonés. A veces hay que desenfocar para
enfocar.

3.”La Seducción”, de Sofia
Coppola
, es una película palomitera con pretensión de cine de
altos vuelos. Tiene algo de Maria Antonieta y algo de las Vírgenes
Suicidas
, pero creo que saca poco partido al soberbio planteamiento
central (eso que ocurre si en un lugar cerrado
donde sólo viven mujeres durante años aparece un hombre)y demasiado al cliché . A cambio
vi en video “Primavera precoz” de Yasujiro Ozu y la sentí
perfecta. Cuando lo cotidiano es arte. Como el espeto de sardinas de la
barriada de El Palo, con el sabor de siempre pero en esa Málaga remozada a la que pienso volver
siempre que pueda.