-Para estas cosas sí que vales.
-¿Y para qué no, hija de puta?

A veces la vida te regala pura poesía. Las voyeurs de parejas no tenemos más que esperar sentadas en una terraza de verano a 38ª para trazar el mapa sentimental del español medio. El amor nos lo han vendido gallardo y empalagoso, pero es resignado y violento.

Observo que hay parejas que se aman a sí mismos por encima de todas las cosas. Circunstancialmente están juntos porque es cómodo tener un espejo donde reflejarse y hacer caritas. Me propongo hacer un Love Actually destroyer y sin vaselina. La estabilidad de muchas generaciones sin fantasías de amor está en juego y no puede ser que haya más poesía en el Cuore que en un “marco incomparable” con vistas al río.

-Tú no te comunicas. Das por hecho que me dices las cosas pero no es así. Después te cabreas si no actúo en consecuencia.
-Pues búscate una médium, n.t.j!

Insisto. El romanticismo se ha ido al garete con la crisis, pero los indignados del 15-M no lo reivindican. Bastante tienen con mezclar la crisis mundial con las guerras del agua. Me reconforta que un año después siga habiendo fuerzas para protestar en la Puerta del Sol, pero me permito sugerir sin ánimo de parecer frívola que el movimiento incluya el desarraigo sentimental que nos asola y grite por la recuperación de los grandes diálogos de amor.

-Me manipulas. No sé cómo pero me manipulas, cariño. 
-Ya, quieres decir que soy un cabrón, no?
-Camarero, una de callos con garbanzos y suba la tele a tope (a ver si a este neurótico le da un chungo).

Estoy tan imbuida de desamor que cuando me llegan las ofertas de Groupalia, Groupon y todas las webs nice price que contaminan mi correo veo “quimioterapia para dos” en lugar de “quiroterapia”. Lo juro. Y a base de insistencia he entendido el mensaje. A veces hay que arrasar, ir al foco del desencuentro antes de que la tristeza se imponga y desate esas frases que son poesía underground para los oídos de una mujer tan sensible como yo.

-Siempre hacemos lo que tú dices.
-Pues dime qué quieres hacer.
-Cualquier cosa, menos lo que tú digas.
-Ya me callo, tú decides.
-Camarero, la cuenta