Mi querida Big-Bang:

Ya sabes los cambios radicales que he dado últimamente. El más drástico es abrazar el escote palabra de honor como si fuera la última voluntad de un moribundo. A unos días de asistir a la gran fiesta del otoño madrileño chic, mi preocupación más profunda no tiene que ver con el calentamiento global ni las expulsiones nazis del país vecino, sino con la búsqueda de un look epatante, definitivo. Un tránsito a la gloria.

Mi jefa me lo tiene advertido: “cuidadito con lo que te pones, que los palabra de honor siempre dan problemas en el directo, y no estamos para escándalos”. Sí, la jodía no quiere que brille con luz propia, y la excusa es que si se me cae en pleno acto (sociocultural) quitaría empaque a mi empresa y a sus moradores. Yo no es por creída, pero con los escotazos recupero un rato mi maltrecha autoestima. El problema es que si cada vez rebajo tela por arriba sin compensar por abajo la cosa empieza a parecer una emulación ordinariota de Kate Moss, mi idolatrada musa, portadora de treinta centímetros más de piernas y dos tallas menos de escote. La candidata perfecta para mis looks aspiracionales.

Consulto a mi estilista de cabecera que, como es tan maja, ha aprendido a darme la razón en todo: “Nena, deberías ponerte un vestidaco rojo sangre de pichón con unos tacones de infarto. Moderna y actual”. Si ella lo dice, tengo una coartada moral y estética, aunque debería asegurarme con mi biblia Vogue de que no incurro en algún pecado de pasarela imperdonable. Con su venia, sólo tendré que elegir un bolso absurdamente pequeño donde quepan mis fármacos y el brazo de un voluntario macizo para hacer una entrada triunfal. Anoto: contratar al novio de M. para dos horas y comprarle algo a M.para que no sufra un ataque de cuernos.

Ahora que tengo el plan, ya puedo relajarme un poco. ¿Qué me pongo? es siempre una cuestión filosófica enrevesada, al mismo nivel de ¿quiénes somos? ¿a dónde vamos? o ¿por qué Mónaco celebra tres o cuatro bailes de la Rosa al año y nos hace creer que es el baile “anual”? Ahora voy a ver qué pillo en el armario, bien recatado, que una es de colegio de monjas y madre de familia.