“Las feministas dejan de serlo cuando se casan”, ha dicho el alcalde de Barreiros, un tal Alfonso Fuente, del PP.

Los borregos, sin embargo, lo son hasta su muerte. Esto se lo digo yo.

El tiparraco no se quedó en un titular, porque es sabido que las bestias cuando embisten suelen repetir, para segurarse de que su público enfervorecido roza el éxtasis:

“Los comunistas dejan de serlo cuando tienen dinero, las
feministas dejan de serlo cuando se casan y los ateos dejan de serlo
cuando cae el avión en el que viajan”. Alfonso Fuente



Sospecho que si hubiera cogido un poco más de carrerilla les habría tocado a los “maricones“. Porque a todos los descerebrados les da por lo mismo. Y, ya puestos, por qué no los inmigrantes -¿panchitos, señor Fuente?- las putas y los perroflautas. (Sí, esto sí que es nazismo, señora Cospedal)

La buena noticia es que un tipo tan obsceno se delata solo. Son mucho más peligrosos esos que van diciendo “yo soy un gran defensor de la mujer” y luego te machacan. Me parece que los defensores de la mujer trabajan en silencio, no sacan la corneta ni organizan una guerrilla para defendernos.

En realidad, las mujeres nos defendemos solas o, si podemos, tiramos de ley. Eso las mujeres fuertes que jugamos con ventaja en la liga de la respetabilidad. Las del primer mundo, con trabajo, salud e independencia. Pero claro, no tan lejos están esas muchas otras sin voz ni voto (espeluznante el programa de Cuatro ¿Qué hago yo aquí? del domingo pasado, sobre los feminicidios de Ciudad Juárez y otros territorios del crimen en México) y, mucho más cerca,  las que se casan con hombres que proclaman el feminismo como amenaza contra su enclenque fortaleza moral.

Suelo advertir a mi hija adolescente contra esos chicos que dejan caer expresiones vejatorias en sus discursos, aunque sea en broma. Las palabras nunca son inocentes. Ella me replica: “no seas exagerada”, pero yo insisto con tal vehemencia que creo que nunca me presentará a sus amigos, por si la cagan en la primera frase.

Alcalde de Barreiros

Espero que al alcalde ese le metan el bastón de mando por algún orificio neuronal sin salida. Una lobotomía en toda regla. Espero que las chicas de la edad de mi hija se alejen de quienes las menosprecian entre chistes que desatan las carcajadas de tipos con dos dedos de frente. Espero que detecten a esos otros más inteligentes y perversos que no les darán titulares pero tirarán la piedra. Espero que amen a esos que han aprendido a respetarlas como iguales.

Y sí, todo este veneno me lo ha inoculado un ¿señor? de escasa catadura moral e intelectual que dirige los destinos de un pueblo que lo votó. En el primer mundo.

 Qué miedo.