Divido a las personas entre las que hablan de más y las que obtienen información sin dar nada a cambio. Con el tiempo he aprendido a admirar el talento de los segundos, aunque los tema más que a un nublado. Mi hermano C. suele decir “el que calla, gana” y en casa hacemos competiciones de mirarnos fijamente a ver quién rompe el silencio con una carcajada.

Debo decir que soy del grupo A. O sea, de esos que sienten una fuerza superior que los lleva a contarlo todo como si el de enfrente fuera la policía y me hubiera pillado en flagrante delito. Dar too much information tiene de bueno que los otros suelen confiar en ti, seguros de que no se la vas a clavar con un as en la manga. Añadiré que las muchas veces que he intentado aprender a jugar al póker ha sido inútil. Menos mal que mi amiga A (Alicia Luna, los autores deben ser desenmascarados)  está a punto de publicar un hit que todos deberíamos leer: “Póker para escribientes. Nunca mientas a un idiota”(Editorial ALBA). Lo que me hace pensar si seré de las escribientes o de las idiotas. Puede que de ambas…

Mentir bien es otro talento que dominan los que callan (y algunos charlatanes, me temo). El único jugador de póker profesional que conozco vagamente es un tipo oscuro y atractivo que regenta una portería de día y se bate el cobre con las apuestas de noche. Ignoro si miente, aunque algo me dice que debe ser un maestro. Una vez lo invité a mi cumpleaños y se presentó con su figura larga y misteriosa, su chupa y sus patillas. Me miró fijamente y me dijo: “Elige:derecha o izquierda”. Elegí, imagino que la siniestra, y el resultado fue que extrajo del bolsillo un disco de Richard Hawley que he escuchado hasta el paroxismo y que es como una escalera de color con quiebros melancólicos perfecta para una tarde de silencio.

Lo que me trae a comunicaros una decisión que va a cambiar mi vida. A partir de hoy soy un documento reservado, clasificado X. Un secreto de sumario y quien quiera saber más deberá preguntar y ofrecerme alguna información a cambio. Estoy cansada de rodearme de seres que reciben sin dar. Es más, me haré con una maquinita expendedora de tickets y el quid pro quo será mi religión.

Y que se preparen, que lo siguiente es ponerme en serio con el póker…