Mi querida Big-Bang:

Tú llegas al Retiro a mediodía, sacas el bocadillo de tortilla, escoges un árbol con buen tronco y mejor sombra y te parece que el mejor hotel de cinco estrellas no te hace tan feliz. A estas alturas ya debes saber que en el fondo llevo una tipejilla dentro. Esa que se monta en bici sin quitarse los tacones y se revuelca por el prado sin que nadie ose interrumpirla, ni los bichos. Los placeres gratis siempre me han parecido los mejores. Quizás porque las familias numerosas son cicateras en lujos y chuches, y porque ir al Parque de Atracciones era el acontecimiento del año. Un árbol, una sombra y la revista Arquitectura y Diseño (AD), con las increíbles fotos de mi amigo Manolo. Eso es la felicidad.

Eso…hasta que llegaron los Hare Krishna. Que sí, son muy majos, comen hierbas y cantan, lo que sobre el papel suena a buenrollismo sideral. Pero si escogen como sombra la misma que tú, empiezas a sentir que su mundo azafrán es amenazador. El pacifismo militante se me antoja antitético. O vas a la paz, o al frente (y luego están las mujeres que van al amor como van a la guerra, de la canción aquella). Pero no puede ser que des por saco a la humanidad rapándote el pelo y entonando mantras descafeinados, mientras una rubia trata de concentrarse en la historia de Gropius, padre de la Bauhaus, en los hallazgos de Frank Lloyd Wright y en las peleas domésticas de los Eames, ese matrimonio lúcido y cachondo que se fotografió colgado de sus percheros de diseño.

Yo, por las buenas, soy tolerante hasta el paroxismo. Pero si me quitan la paz me pongo como una hidra y maldigo a todos los militantes del tofu, incluyendo a John Lennon -que en gloria esté- y a la japonesa chunga con la que se despelotó en la habitación de un hotel para pasar a la posteridad como apologetas del pacifismo. Si te desnudas, hazlo en contra de la cacería de focas o en pro del exilio sine díe de  Felipe Varela y Lorenzo Caprile. Dos horteras de bolera que visten a nuestra realeza con diseños que no pasarían ni de lejos la criba Bauhaus. Menos es más, que lo sepan.

Pero esto venía a que yo quiero recuperar mi sombra, mi tesoro. Hoy empiezo mis minivacaciones y reivindico las chanclas y el paseo, el aperitivo al sol y el gin-tonic al caer la noche. Los libros, las musarañas y la cama como centro de reuniones. Espero que los de las túnicas rojas no hayan pensado lo mismo que yo.

Hare hareeeeeeee….