Mi querida Big-Bang:

Déjame que te diga que hoy era jueves y se oían los tambores. Dame por saco un poco más y moveré tu centro de gravedad hasta que sientas que tu vida es una gigantesca montaña rusa con sus loopings, sus cuestas vertiginosas y sus quiebros. Dame un café cargado y una medicina para el olvido y arrancaré las últimas tres páginas del calendario.

Vale, ya nos vamos situando. Se trata de hacer una elipsis en la secuencia de la vida. Como cuando rompí aquel corazón y puse pies en polvorosa sin llevarlo al taller mecánico, ¿recuerdas? No hay repuestos para todo, pero hay parches. Lo malo es que algunas somos poco mañosas con el pegamento y las tijeras.

Hoy es jueves, pongamos, y hace un sol hiriente y descarado. La agenda requiriente y los fantasmas bailando un fox-trot sin vocación y sin talento. Plan número uno: decirle a los impostores que se acabaron los plazos. Plan número dos: Convocar a las musas para una reunión urgente de desmemoria y readaptación al medio. Plan número tres: estrenar una camisa blanca un poco transparente, un poco desvaída, un poco ñoña. Plan número cuatro: Reírme a carcajadas y hacer que mi A-1 vuelva a hacerme una tirada de I-Ching. Soy más mutante que nunca, así que el oráculo debe hablar o callar para siempre.

Cierto, sí, estoy un poco oscura, rebobino. ¿Eres consciente del milagro de dormir siete horas y despertar sintiendo cada músculo del cuerpo? Abres un ojo, abres el otro, y empieza el desfile de planes/pensamientos. Mis amigos me mandan mil abrazos que recibo en calculado desorden. El amor que fue me manda su calor por sms. No hay rencor, el tiempo es un bálsamo que restaña las heridas. Contra el olvido, siempre nos quedará el remake. Pero por dios que nadie duplique Casablanca.

Y así, poco a poco, las ganas van volviendo. Aunque lo cierto es que nunca se fueron. Estaban en el taller, pasando la ITV. Me arranco el gotero, que lo que cae despacio me exaspera. ¿Dónde coño estaba el pegamento?