Mi querida Big-Bang.

Definitivamente los de Nespresso me han tachado de su selecta carta de clientes VIP. Pero es que si me muerdo la lengua, reviento. Yo quería 100 cápsulas azules, 50 verdes y 20 marrones. Y así lo manifesté. Rapidito, en voz alta y sin parpadear. La atildada dependienta, insatisfecha, intentó llevarme por el buen camino Clooney y que le dijera los nombrecitos, no los colores, como para comprobar si era una auténtica miembro de la secta de la cafeína más cateta y pretenciosa del mundo. Quise que le cayera en la cabeza el piano o que John Malkovitz la fundiera con una de sus miradas burlonas. Fingí no saber idiomas, insistí con los colores. Ella se iba poniendo nerviosa, no iba a soltarme tan rapidito.

-¿Tiene alguna duda sofre el café?, preguntó.
-¿Se pueden tener dudas con un café? Mire, bastantes dudas tengo ya en la vida como para añadir una más y encima absurda!
-Bueno, hay quien viene aquí con dudas, preguntas, problemas…con el café.
-Las mÍas tienen más que ver con el sexo sado, la intransigencia circundante, la sobrevaloración de la verdad, la virginidad de la virgen o el rimmel de Lady Gaga, respondí de carrerilla. Y añadí: “Salvo que me las vaya a despejar usted con sus zapatos de Cortefiel, suélteme ya las capsulitas de colores y déjeme salir de aquí. Y le advierto que con cafeína en vena soy aún más agresiva…”

Sí, puedo ser tan borde como la que más, y cuando me paso al lado oscuro necesito un antídoto de urgencia cuyo salvaconducto suele ser la VISA. Me trasplanto al Corte Inglés, ese lugar donde te suelen dejar en paz y no te preguntan si tienes dudas sobre la tostadora o el sujetador reductor. Respiro hondo y me dejo caer por la sección discos, mi favorita, dudando entre un vintage de ACDC o la banda sonora de “An Education”.

-¿Quiere que le guarde los discos en la caja, para que siga usted más tranquila?
-¿Acaso me encuentra usted alterada?, respondo blandiendo un CD en cada mano.

Sí, la maldición de la empleada chunga se cierne sobre mí como una pesadilla. Debo salir de ahí o montaré un Puerto Hurraco con tipas de uniforme que se aburren y dan por saco a las clientes. Bien pensado, podría ser un grupo de ésos del Facebook que suman tantas adhesiones. Aunque, ya puestos, puedo crear un grupo de dudas desazonantes, del tipo “¿muslo o pechuga?, ¿House o Doctor Mateo?, ¿Córcega o Benidorm?, ¿Estudias o trabajas?¿te tiras al Metro o al taquillero?…

Con tanto dilema en vena y una tormenta de rayos, truenos y centellas haciéndome los ecos, apenas he dormido. Necesito que me dejen en paz con mis dudas macerándose en alcohol. Enciendo la cafetera, me prepara un “Fortissio”, seguido de un “Vivalto” para finalizar con un “Decaffeinatto Intenso”. Soy cafeína con patas y sólo me queda algo pendiente antes de entregarme al viernes salvaje: Poner a tope mi disco de ACDC.