Mi querida Big-Bang;

En llegando a los cincuenta, a cierto tipo de hombres les da por vestirse de cazadores para salir. No es una metáfora. Se plantan el husky caqui y los pantalones de pana a conjunto, y si te descuidas se untan el pelo con gomina de los 90. Para completar el conjunto, tiran de mocasines con escobillas, puede que burdeos, y de esa guisa se echan a la calle con unos bríos que te dan ganas de tararearles la banda sonora de “Mogambo”.
No, no todos reaccionan así al paso del tiempo. Está el mamarracho con look trasnochado de “allí me colé y en tu fiesta me planté” que tira de jeans planchados, polo de Lamartina y deportivas vintage, como su hijo adolescente. No pasa nada, a las mujeres les da por marcar curvas y subir la falda tres centímetros, en plan canto del cisne, pero la diferencia es que a nosotras se nos acusa de ser “ordinariotas” y a ellos “juveniles”.
Vale, confieso que vengo de Puerto Banús y eso no se digiere tan fácilmente. Me he pegado una indigestión de labios recauchutados y frentes botulímicas cruzadas con visones (pellicas, que diría mi abuela) y mechas a destajo. Yo intenté ser camaleónica, una millonaria más que pasea displicente por el puerto, entre yates y Masserattis rojo sangre de pichón, pero me faltó vocación y, sobre todo, unas botas de mosquetera. La ordinariota rica no sale de su mansión sin esas horribles calzas negras a medio muslo, que completa con unas mallas a las que llama pomposamente leggings (de D&G, vale, pero mallas). A su lado siempre hay una cómplice también rubia de bote, también ordinariota o, en su defecto, un marido con VISA diamante.
Y a lo que vamos, al marido paganini. Ese ser con husky y gesto adusto que recorre el puerto con su rubia recauchutada, a la que apenas dirige la palabra si no es para comentar algo con admiración señalando un coche de más de 600.000 euros.
-Mira, cari, es como el de Chuchi y Peru. Un disparate de caballos.
-¿En serioooo? (falsa ella) Anda, espérame que entro en Agent Provocateur a probarme unos saltos de cama sexys.
-¿Para qué, cari, si te acabo de pagar una cirugía total body que cuesta casi lo que el coche?
Así transcurre la vida de pareja en Puerto Banús, entre trepidantes paseos por los escaparates y desdenes de cazador que ya no caza, pero se pone el equipo, por lo que pueda caer. Ellas, por su parte, han agotado cualquier impulso de desarrollar vida interior, y se entregan al agotador ejercicio del shopping sin verdadero entusiasmo. El objetivo es llegar a casa cuanto más tarde, mejor, para no tener que encontrarse al especimen adolescente siempre llamado Borja con la mano extendida y el hastío en la punta de la rariz.
Te dejo, que es jueves como lunes y debo estrenar mis legging rojo pasión. A las mosqueteras no llego,porque si me agacho me ha dicho el cirujano que los labios podrían hincharse más aún. Espero que mis esfuerzos se vean recompensados con una buena VISA o, en su defecto, una noche Pretty Woman con todos sus extras. Estoy decidida, venga el hombre Mogambo a completarme.