1.La alcaldesa de Madrid ha decidido poner reinas magas vestidas de mujer en la cabalgata de este año. Será en los distritos de Vallecas, San Blas y Usera, porque allí los niños son más escépticos y cortos de vista y su fe en el misterio no se verá amenazada. La paridad debe llevarse hasta las últimas consecuencias, sí señora, e incluso más allá. Yo voto porque San José sea Josefa y en el portal de Belén reinen dos lesbianas; nada que objetar a mula y buey (ella y él). Y en caso de duda razonable, aplíquese la discriminación positiva. (Al ángel, sin ambargo, lo imagino trans, como el padre de las Kardashian).

2.Como con A., amiga reciente que siento cerca porque sintonizamos sin molestos zumbidos, porque me transmite paz y porque defiende la identidad soberana del yo como una fortaleza. Sin culpa y sin concesiones. Con esa mirada aguda y sin atisbo de resentimiento o de rencor. Me regala poesía, que es mucho más que un libro. Nos preguntamos qué querríamos para ese horizonte inesperado que se llama porvenir. La intimidad consiste en no fingir, en la complicidad de demoler esquemas socialmente consolidados y confesarse delante de un steak tartar semipicante. Por ejemplo.

3.Una mujer borracha y un hombre cansado, plantea mi Handke. Me parapeto en la cama como en una trinchera, leo y me deshilacho entre bostezos. Pocas veces nos acostamos reventados de cansancio igual que pocas veces comemos con verdadera hambre. Esa sensación cavernícola que se pliega al mandato dictatorial de la cultura. Mi horario visceral es centroeuropeo. Socialmente estoy muerta. Busco iguales para compartir comidas a la una y cenas a las ocho. Paseos matutinos al relente. Cine a las seis como muy tarde. Los candidatos posibles, convengamos, tienen menos de nueve años.  Me siento Blancanieves, pero en rubia. Busco cuento adulto y sin ñoñería que echarme a la boca.

4.La niña ya no es niña e invita a su novio a casa. Velada con la madre y la hermana, tan a gusto en el salón, repantingados. Pizza y dos películas: “Cuatro bodas y un funeral” y “Love Actually“. El chico no rechista en el harén, aunque se distrae wasapeando. La madre piensa que las nuevas pruebas de amor ya no consisten en matar dragones sino en  someter al aspirante a un chute de familia más comedia romántica que no se lo salta un gitano. La madre se retira a sus aposentos convencida de que tempus fugit.También de que a Hugh Grant le sientan bien los años.

5.Me toca la lotería. Cien euros por un décimo, la diosa Fortuna nos ronda (pasar de cero a cien es un subidón. Los políticos y los economistas lanzarían los titulares al vuelo). Mi hermano I. propone que el año que viene viajemos a Laponia en Navidad a ver auroras boreales. Me apunto de inmediato. Vuelvo a sentir esa vieja pulsión de viaje, febril, incontenible. La sofoco en la cama, con un libro. De mujeres borrachas y hombres cansados… Hoy llegará mi padre, otro hombre en casa.