Mi querida Big-Bang:

Hasta el Sr.Rubibio considera que he entrado en unos niveles de alta densidad argumental, cosa que no corresponde, dice, “ni a tu edad, ni a tu ligereza intelectual, ni a tu talento”. Vamos, que se aburre. Porque debajo de todo intelectual con peluquín hay un cotilla. Una portera de finca urbana que quiere reírse de la espuma de la vida para seguir sientiéndose superior cuando se atusa el bigote cada mañana y se pone esos chalequillos marrón claro con topos malvas.

Yo, otra cosa no, pero espumosa, la que más. Ando por el tercer tinte, porque ayer mi amigo J.L, peluquero y maquillador, pegó un respingo cuando me vio de lejos: “¿Pero qué te has hecho, prenda, si pareces un pollo desteñido?”. Y, sin dejar de hacerme la repasadita general:¿dónde están tus labios rojos?”. Le entiendo, cuando olvido mi rouge sangre de pichón es que algo pasa en mi vida con ciertos tintes de dramatismo. Y el pelo es el principal sospechoso. Menos mal que mi amigo desenfundó rápido su varita mágica y me dio la cita con el rey de las mechas. Un moderno que tiñe a la más moderna de la vida social -tiemblo- y que me dejó caer al teléfono esa frasecilla inquietante: “Veremos lo que puedo hacer…”.

Entenderás, Rubidio, que con mi inconsistencia habitual he pasado de disertar sobre el miedo a disertar sobre el look, sin paradas intermedias. Ayer andaba muy preocupada hojeando el Vogue, esa biblia de la mujer liberada y asquerosamente rica, cuando tuve una revelación: “Mi reino por un Gucci”. Sí, esta temporada manda ella, Frida Gianinni. Con sus soberbios modelos tricolor para mujeres con cintura y piernas largas. Me parece un hallazgo despuntar en una pasarela mareante con todos los tonos del arco iris venidos a más, pero ella lo ha logrado. La prueba del algodón son las portadas Gucci que encontramos en el quiosco. Morado, naranja y verde, la tricromía del triunfo. Lo quiero ya. Pero voy a tratar de convencerme de que no es posible porque no tengo ese talle, ni esas piernas. Y además sería un desperdicio con semejante engendro capilar.

Tendré que conformarme con el otro hallazgo: las rayas de Prada. Miuccia te puede gustar o no, pero cada seis meses pega un aldabonazo y te vende uno o dos hits. A veces los has llevado hasta en la sopa, pero convendrás conmigo que la raya marinera es de recorrido amplio. Lo que no le perdono a Miss Prada es que se haya empeñado en mantenerla horizontal, porque hace gorda y sin curvas. Yo en mi vida necesito curvas,rayas retorcidas, oblícuas y en los tres tonos Gucci. Pero me temo que esto es una aberración y que terminaré con la pamelaza Prada que Zara se ha lanzado a ¿imitar? en un ejercicio de rapidez que roza el ilusionismo.

Te dejo, que este acceso de frivolidad puede tener serias consecuencias para mi salud. Hoy mi objetivo es ser un poco Frida. Un poco tricolor. Pensaré en tres dimensiones, besaré a tres tipos que me cruce por la calle, elegiré tres signos del zodiaco y pediré tres postres a la mesa.
Ay, Shoppenhauer, cómo debes estar retorciéndote de ira debajo de tu tumba!!!!