El señor Papandreu sacó una granada, introdujo el dedo índice en la anilla y miró a Europa. 

En realidad, la tragedia griega nunca murió. El problema es que un día se quedó sin público. Pero si la cuna de la civilización decide autoinmolarse, ¿qué haremos sin el Partenón?¿A quién citar en los discursos engolados si Sófocles, Eurípides y Esquilo pasan a ser personas non gratas?

El retorno de la cicuta.

Representación de poderosos en la polis. A su derecha, monsieur Sarkozy. A la izquierda, frau Merkel. Y el resto de los actores pueden ocupar sus asientos, son meros figurantes y mirar pasmado a un auditorio te deja próximo al esperpento y te devalúa como líder. Ah! ¿que nunca fuiste líder? Pues siéntate y contempla cómo lo hacen los mayores.

Europa era la promesa de eternidad. Un pasaporte en cinco o diez idiomas hacia el poderío. La voz a ti debida, Eurovisión sin jurado vestido de lamé. Ahora es un thriller donde se nos cuenta que el griego ha salido respondón. “Encima que les damos crédito a estos miserables, van y montan la de dios”.

Que monte la de dios un PIGS (Portugal, Italia. Grecia, España) no puede consentirse. Los cerdos, bien es sabido, siguen obediantes al rey de la piara. Y se se mueven en la foto mañana serán jamones curados al aire helado de Suiza, país neutral y pasota.

Pero el griego que muestra la granada y el dedo en la anilla tiene la determinación fatal del que poco le queda por perder. Y estos señores de la sala VIP europea se han puesto muy nerviosos y llevan toda la noche a whisky y Lexatín. 

Y fijo que han llamado a los GEO de la Interpol para que reduzcan al insurrecto. Inmediatamente.

Pero que parezca un accidente…