Mi amiga B. tiene 40 años y dos bebés en camino que ha decidido tener sin padre. No por gusto, sino porque el hombre de su vida, esa entelequia, no pasaba por allí pero los años sí pasaban. Así que tomó una decisión, fue a una clínica, inició un tratamiento y le implantaron dos embriones que, milagrosamente, prendieron a la primera. Mi amiga B. es muchas cosas, pero sobre todo una mujer con exceso de cariño que reparte en cuanto llega y te abraza. Y anoche llegó feliz con su embarazo y nos habló de sus miedos, de sus dudas, de cómo piensa sobrevivir al caos inicial…Y A. y yo la sometimos, me temo, a un interrogatorio estilo la Gestapo.

-¿Cómo reaccionan los hombres a tu alrededor cuando se enteran de que has ido a un banco de semen?
-Desconcertados. Un poco, sí. Algunos dicen: “No sabía que tenías novio”…

Una mujer que decide ser madre sin un padre suele ser un elemento sospechoso. O poderoso. Mi amiga, debo añadir, es consciente de que su mejor opción hubiera sido con un padre, no con un médico, un bombardeo de hormonas inyectables y una pipeta. Pero “la vida siempre se abre paso”, como le dijo A. parafraseando un peli de Spilberg -Parque jurásico- que para eso ella es guionista y siempre tiene sentencias ad hoc. A lo que B., un rato después, contestó con otra frase que al parecer es de cabecera en su familia: “El cuerpo es desobediente”. No en su caso.

Tres mujeres sentadas en un bar muy cool donde los camareros se creen Donatella Versace pre quirófano hablan de contracciones, vacunación y deseo. ¿Mirará un hombre a una mujer que pasea dos bebés en una tarde de otoño? 

-Lo importante es evitar el parque, le digo. Es lo peor. Hay madres, y si no, hay padres. A montones.
-Cierto, me secunda A., deberías pagar a alguien para que llevara a las niñas al parque, porque aunque quieras estar sola siempre irán a hablar contigo, con la excusa de que su hijo ha cogido la pala y el cubo de las tuyas…

-Así es, remato con cara de listilla que lo ha vivido todo en materia de parques y jardines. Y entonces desenfundarán todos los trend topics de la paternidad petarda: jarabes, gases, cólicos, babas y deposiciones. No imaginas cuán excatológico es el mundo del bebé cuando se le ponen palabras. Creo que por eso los niños no hablan…

Cuando elaboro teorías tan revolucionarias me siento como dios. Mi querida B. balbucea que a ella no le importará ir al parque, pero que le contemos enseguida todos los tratamientos incluida la extirpació de órganos para recuperar su figura de inmediato.

Dos hombres que conozco también van a ser padres. Se quieren, llevan juntos muchos años y hace varios empezaron los papeles de la adopción. En realidad sólo uno de ellos porque es bien sabido que las parejas gay aún no tienen los mismos derechos porque un niño necesita un padre y una madre (sí, tener un tandem de dos sexos garantiza la felicidad perpetua, como es bien sabido). Mis amigos han pasado mil Rubicones, certificados de idoneidad. Han recibido -uno de ellos- a la asistente social fingiendo que vive solo.
Se han lamentado, han tenido miedo, incertidumbres y ahora saben que les queda poco para ir a buscar a ese niño o niña. Ellos prefieren niña. No quieren desatar comentarios maliciosos de “pareja gay con efebo”. Hay que fastidiarse. Saben que para ellos será más difícil que para otros. Ya se han repartido los papeles: “él será el del parque y la socialización, yo el de las lentejas”.

A veces ser padre o madre  es una carrera de obstáculos. Contra la naturaleza, contra las costumbres sociales, contra los prejucios, contra los juicios. Y esos hijos son los más deseados del universo. Y ser un hijo muy deseado es una buena plataforma para andar por el parque jurásico de la vida.

P.D. Dos mujeres a las que quiero intentan quedarse embarazadas hace tiempo y lloran a veces porque sienten que el tiempo se les termina. El cuerpo siempre es desobediente.