Primera impresión
P { margin-bottom: 0.21cm; } Un reportero de guerra clásico escribe
su crónica en medio de un bombardeo. Una bloguera en tiempos de paz
debe adaptarse a los sonidos burbujeantes de un gineceo y empastarlos
con la bruma arenosa, las palmeras despeluchadas y las teorías de la
enana sobre el cruasán con mantequilla y Torres de Malory,
el libro que está leyendo. Un libro que yo leía de pequeña y que
ha resistido el salto/abismo generacional a base de rediseño y buen
trazo de personajes. Su hermana se ha traído uno de Ruiz Zafón,
ese señor de éxito que confieso no he leído nunca, y yo atacaré
La Tregua” de Mario Benedetti en un primer asalto.
Pido disculpas por este arrebato
costumbrista, pero llegamos anoche con el tiempo justo de cenar y
dormir, las tres en el mismo cuarto. Una experiencia gozosa que se
repite en vacaciones en este rincón del Sur donde dormimos como
marmotas (despertarse a las 8 a.m es un desatino) y lo primero que he
visto al abrir los ojos ha sido a mis hijas durmiendo y una mancha
azul de fondo con el sol de amanecer convirtiendo la superficie en
virutas de acero
. Después, los diálogos cotidianos que te sitúan
en el epicentro de la familia.
-Mamá, ¿qué vamos a hacer hoy?
-Ni idea, estamos de vacaciones.
-Ya, pero yo me tengo de organizar.
-¿Organizar, para qué?
-Pues para organizarme…
Lo leía yo y ahora mi hija
Comprobaréis que bien podría ser el
intercambio de opiniones de dos premios Nóbel. Pero el primer
mandamiento de las vacaciones es rebajar la exigencia general. De
horarios, de costumbres, atuendo y hasta pensamientos. Somos presente
puro y libertad incondicional. Habrá pescado frito, procesiones,
carreras por la orilla de la playa y largas siestas.
No se me ocurre un plan mejor ni más
trepidante. Arrancamos. 
(-Mamá,me voy a poner estos jeans, con esta camiseta de rayas y esta camisa de cuadros. ¿O cuadros y rayas no pegaban?
-Lo que quieras. Todo pega con todo)