Mi querida Big-Bang:

Siempre he querido escribir un best seller. Y ya tengo el título: “Cómo casarse con un buen ex marido”. Dirás que eso es empezar la casa por el tejado, pero ya sabes que es una de mis especialidades, además de tragarme las rotondas, somatizar y elegir mal a los hombres. En mi descargo diré que mis ex son intachables, y esa sabiduría debo transmitirla de generación en generación, ya que Liz Taylor se ha ido sin hacer los deberes.

Un ex es la prueba ambulante de lo que fuiste en el pasado. Así que cada vez que lo veas tendrás que poder mirarle a los ojos sin abochornarte. Sí, es un ejercicio narcisista, pero imprescindible para reconciliarse con el corazón. Un ex te lleva en volandas a lugares que ahora juras que no pisarías, a libros de autores infames, a melenas con moldeador y… a la sección lista de bodas de El Corte Inglés. Y entonces entiendes que ahí empezó todo el drama.

Capítulo 1: Las listas de boda las carga el diablo. Pocas veces he visto a tantas parejas discutir a machete como en IKEA o en esta sección maldita donde siempre hay muchos espejos de marco dorado y unos cuadros espantosos al óleo pintados por almas sedientas de venganza que en otra vida quisieron ser Chardin o Fantin Latour. Si te paras a pensar, allí fue donde él se empeñó en añadir a la lista ese horrendo cuadro de nudos marineros y tú claudicaste aun sabiendo que tendrías que chocarte cada día con esa oda perversa al capitán Garfio o a Jack Sparrow.

Capítulo 2:El ex debe verte siempre hecha una maciza. Saber lo que se ha perdido. Entender que la que tuvo, retuvo y fantasear con lo que podría ser. Así que cuando quedes con tu ex,  ponte una buena faja reductora si es preciso y date una de esas ampollas Germinal que te dejan la cara inexpresiva pero tersa. Como una Bree de “Mujeres desesperadas”, pero sin esa pinta de no haberse dado un revolcón en años. El ex (y la ex, soy paritaria) debe sospechar que vives en un permanente frenesí sexual.

Ahora que tengo un plan y un esquema para rematarlo, voy a ofrecerme a las editoriales más sesudas del país. Adiós a los libros de autoayuda para almas frágiles que viajan en metro con chaquetas de punto marrón clarito. Llegan los manuales del futuro perfecto. Esos que te ayudan a superar el bache en el que aún no has caído. Sí, soy moderna. Y desquiciada. Pero ahí fuera mis ex siguen queriéndome un poquito. Como a Liz, que en gloria esté.