Casi nunca una afrenta tiene relación directa con su desencadenante.

Si te dicen: “tú no comes sardinas porque eres una pija”, podrías contestar: “yo no como sardinas con la mano porque detesto el olor de las escamas fritas y el tacto húmedo de las tripas”. Si continúan “claro, tú prefieres que en lugar de sardinas te sirvan unos Nina Ricci”. La respuesta correcta sería: “en realidad mi sucedáneo de sardina deberían ser unos Loboutin o un libro de Lorry Moore, pero creo que aquí no los fríen”. O bien: “lo entiendo, te quedaste en Nina Ricci. Revisa el recetario que hay variedades más exquisitas, más deslumbrantes que el lomo de tu sardina. Ése que ha provocado que te chupes los dedos, uno detrás de otro”.

Si te dicen “eres pija, se te ha caído la Blackberry”, la respuesta correcta es: “la BB ya no es de pijos, es de niños con acné y paga semanal. Ahora lo suyo es el Iphone-5”. Pero claro, alguien que convierte el acto de comer sardinas en un himno de clase social, en un estandarte pseudocultural de dudoso alcance, no entiende que comer con las manos es un gran placer si tienes dónde apoyarte y un platillo con agua de limón cerca.

Si te dicen que eres pija por no comer sardinas de pie, a mano, sin plato, sardinas al abismo, las llaman, quizás te están diciendo otra cosa. Algo que está ahí, tan enquistado como la raspa que se le ha quedado entre los dientes. Un escritor brillante haría un relato llamado “Las sardinas de la ira” o, simplemente, “de la mar a la inquina”. Pero un ser mediocre sólo puede señalar el dato: eres pija, no comes sardinas. ¿Cuál es la causa, cuál el efecto?.

Lástima de oportunidad perdida. Carver, Salinger, Cortázar…no perdonarían semejante desperdicio.

Una sardina es una oda a la plata que perdimos, a los chisporroteos de la brasa frente al mar en un verano eterno, a la inocencia recreada, al crujir de escamas y de tripas.

Qué desperdicio convertirla en una afrenta boba. Qué poca imaginación. Qué relato arrojado al desagüe de los intentos fallidos.

A veces, una afrenta nace de una charla cotidiana donde el otro no te habla de sardinas, pero te escupe cada espina, una a una, justo al centro del corazón.

P.D. (para facilitar el trabajo a los impotentes)
¡Arriba, parias de la Tierra!
¡En pie, famélica legión!
Atruena la razón en marcha:
es el fin de la opresión.

Del pasado hay que hacer añicos.
¡Legión esclava en pie a vencer!
El mundo va a cambiar de base.
Los nada de hoy todo han de ser.

Agrupémonos todos,
en la lucha final.
El género humano
es la internacional. (Bis)