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A Berlusconi le han caído siete años de cárcel que imagino no se ejecutarán. La ley a veces te ofrece titulares que en la práctica son música para camaleones. Y como no me he tomado el virus de la corrección política esta mañana diré que espero que ese cerdo con gomina arda en algún infierno con rejas donde alguien le arranque el peluquín pelo a pelo por todas sus tropelías contra las mujeres y contra el mundo.

Si yo fuera italiana sentiría bochorno por haber sostenido a semejante tiparraco. Cierto que cada país tiene sus vergüenzas, pero este señor ha eructado contra todos los códigos del honor, la estética, la ética y el tinte del pelo.

Siento una aguda animadversión por los tipos rijosos que se enardecen con jovencitas a las que luego llaman putas. Una velina es una mujer pasada por las rodillas de Berlusconi. Una tontuela, puede que una ambiciosa trepadora que pagó un precio demasiado alto por sus dudosos cinco minutos de gloria junto a ese empalmado militante.

Me gustan los hombres que respetan a las mujeres. Se lo digo a las chukis y me miran con cara de ¿a esta qué se le ha roto hoy? El respeto es una palabra pasada de moda. De todas sus acepciones RAE mi favorita es “consideración“. Un tipo que no te considera a veces te exhibe como un trofeo y pocas veces quiere saber lo que piensas.

-Mamá, ¿cómo sabes si un chico es un buen novio?, pregunta mi adolescente con tonillo de reto chungo del Trivial.
-Uf, no es tan fácil, verás… Quizás porque te hace sentir que no renuncias a nada de ti misma a su lado. Y te pregunta y no te utiliza para engordar su yo. (Ahí mi hija se desconecta porque una madre redicha es casi peor que un gobernante salido)

Anoche A. y yo hablábamos de hombres. Me contaba cómo algunos amigos, tras saber que había roto con su novio, aprovecharon para hacer leña del árbol caído. “Era un capullo, era un egoísta, era un…”. Podía deducirse que mi amiga se había rodeado de indeseables para construir el amor a lo largo de su vida. O sea que sus amigos, algunos amigos, quisieron consolarla con una acusación sumarísima: “Te fijas en tipos que te lastiman”. Me pareció fatal.

Creo que un amigo está para decirte “cuidado, no sea que te hiera” mientras está sucediendo, no a toro pasado y con carácter retroactivo. El respeto en la amistad se ha interpretado como la no intervención, el laissez faire, laissez passery me parece muy mal. Anoche A. y yo analizamos por qué a veces uno escoge al hombre equivocado. Por qué a veces la mujer renuncia a sí misma para empinarse sobre un ser grasiento que huele a poder, que apesta a dinero y a sexo barato. Y al día siguiente se encuentra una portada donde a ella la llaman puta y a él superviviente.

-Creo que tú necesitas un hombre bálsamo. O un bálsamo, sin hombre, le dije.
-Tienes razón, sí.
-Un beso grande, amiga
-Otro.

Espero que ese cerdo llamado Berlusconi no encuentre bálsamo alguno en el burdel de su existencia. Y que esas velinas estén a tiempo de aprender la lección del respeto. Tan antigua, tan necesaria.