Mi querida Big-Bang:

Es duro ser mediocre. Más aún apropiarte de una idea ajena y hacerla pasar como propia ante las cámaras y micrófonos. No sé cómo hacerlo para que mi amiga no se enfade, pero es justamente lo que le ha pasado y, como ha decidido no plantar batalla a la mediocre, me pongo yo la cota de malla y la lanza y a ver cómo se nos da.

Veamos, mi amiga imaginó una historia y nos dio la turra a sus fieles dos o tres años atrás. Como buena creadora tiene ese punto de obsesión compulsiva, pero se ha asegurado de topar con otras desequilibradas que no podemos decirle ni mu, so pena de que deje de prestarnos su cálido hombro y su palabra. Un día nos contaba un arranque de historia, otro una anécdota tronchante, al tercero se iba en plan Petra Delicado a investigar las raíces del asunto a un centro en la conchinchina, y así.

Su historia se iba haciendo grande, sus personajes adquirían perfiles, dejes y hasta un tinte del pelo concreto, y terminamos incorporándolas a nuestra vida. No comprábamos entrada de cine para ellas de milagro. Como cuando eres pequeña y haces hueco a tus muñecas en el comedor, aunque tu abuela se quede escorada en la esquina y con la pata de la mesa entre las piernas.

Un día mi amiga incorporó a su proyecto a otra persona, que lo llevaría al mundo de las imágenes. Trabajaron juntas, a veces revueltas. Mi amiga veía en la otra ramalazos de inconsistencia que no le gustaban, discutían, se amigaban, se miraban mutuamente de reojo…Al fin terminaron la obra y se dijeron bye bye.

Hace unos días el proyecto salió a la luz. A mi amiga ni la avisaron. No, ella no está orgullosa del resultado final, de modo que prefería no estar ahí. Pero el caso es que nadie la avisó. La otra recibió los aplausos. Y tuvo la desfachatez de hablar en primera persona ante la prensa, abrogándose el trabajo de las dos como propio. Yo-yo-yo (así la llamaremos en adelante) “había investigado duramente el tema”, la jodía mentirosa. Y mi amiga no existía. Es como si a Mary Shelley le birlara la maternidad de Frankenstein el que le ha ayudado a enroscar las tuercas del bicho, un suponer.

Ser mediocre es chungo. Si lo eres, lo mejor que puedes hacer es reconocer la brillantez ajena. Juntarte con seres excepcionales implica entregar las armas y los disfraces, ser generoso y, sobre todo, no mentir. Mi amiga pinta historias como el que fríe patatas, con esa levedad silenciosa de los grandes. Ella imaginó esos personajes. Les puso ropa, los alimentó con mimo y permitió que le invadieran el sueño muchas noches. La mediocre se los ha follado, con perdón, y ahora quiere un pedazo que gloria que no le corresponde.

Espero que la gloria se te indigeste, chunga. Y, respecto a mi amiga, hace tiempo que imagina otras historias. Pero es de cicatrices prontas y ahora, gracias a yoyoyo, tiene una más por ahí dentro. Entre el esternón y el ombligo.