A las siete de la mañana me despertó un estruendo colosal del cielo, el parto del apocalipsis. Pensé: “se acabó el verano. It´s over”. También pensé: “la ropa ya no se secará hasta Madrid, qué lata”. Y enseguida:”Hoy no podré leer bajo la higuera, mecida en su sombra espesa y en ese silencio húmedo y regado de azulvioleta de las hortensias”. Luego me dio la risa al recordar las palabras de mi casera, una mujer bajita, compacta y vivaracha que a los pocos minutos de conocernos me confesó que había sufrido divertículos (enfermedad que suena a chiste de Gila y que no tengo claro en qué consiste, pero prefiero seguir en la ignorancia de la cavilación), y que la otra noche soltó: “Yo un día atropellé a un tren“. O sea, lo mismo que el ejemplo de “niño muerde a perro” que te cuentan en primero de periodismo para mostrarte lo que es noticia.

A la buena mujer, enredada dentro del coche y entre las vías, le preguntaban los vecinos aterrados si no tenía piernas, dado que no se movía: “¡Que sí, pero me tiemblan tanto que no puedo salir!”. Segundos antes, cuando vio que su coche se atoraba entre las traviesas y que el tren llegaba decidió tocar el claxon a tope en lugar de salir pitando. “Quería alertar al maquinista“, sostiene cargada de razones. Luego encajó el impacto con estoicismo, voló dentro del auto y se empotró contra un árbol, pero no fue el final. Sólo un punto y seguido.

Hay finales que se huelen como las tormentas. Anoche los bichos nos sobrevolaban pegajosos en la cena en el porche, barruntando el agua. Uno percibe cuando se termina un argumento, una discusión, una amistad cogida con alfileres, un amor improbable. A veces se prolonga en agonía como se intenta prolongar un buen sueño interrumpido, pero “lo que es, es”, que diría J. Yo misma pagaría por una dosis de autoengaño si estuviera en venta, incluso en el mercado negro, o hubiera que buscar a un dealer local para aprovisionarme. Y me consta que haberlos, haylos, pero no los veo como tampoco he sabido distinguir nunca a los camellos de los relaciones públicas de una discoteca. Ambos tienen esa actitud aviesa de ir buscando, solícitos, y de ofrecerte lo que no has pedido.

Hago recuento de lo que termina. Inventario del gozo: Nuestra canción familiar de este verano, votada por unanimidad, es “Just Breath” (de Pearl Jam, pero  en la versión de Willie&Lukas Nelson que me grabó M., ese hombre disfrutón que acuñó uno de los insultos más geniales dedicados a un D.J en una fiesta donde nos lo habíamos bailado todo,  en San Juan de Puerto Rico: “No hemos venido de Bélgica ni de Holanda para escuchar esta puta mierda“). El plato del verano, unas zamburiñas a la plancha con percebes y andaricas en el puerto de Llanes. La serendipia, encontrar en la feria del pueblo a un señor con un artefacto sacado de una peli de ciencia ficción de los setenta que adivinaba tu personalidad a partir de tu firma al módico precio de 1,5 euros, justo unas horas después de haber leído con fruición en la consulta del médico la entrevista a una grafóloga. La carcajada, el wasap de mi tercera hija: “El orden de tu habitación no altera el producto, altera a tu madre” (sí, les he tirado al suelo todo su desorden cada día, soy ese tipo de madre odiosa). El asombro, esas proporciones perfectas de Santa María del Naranco, que no desfallecen en ningún punto cuando lo rodeas, y la humildad bellísima de la ermita de San Emeterio, donde me hubiera arrodillado de no estar cerrada salvo en romería.

A 48 horas del fin, escucho por enésima vez Just Breath y como deliciosas rosquillas de anís. Abrázame hasta que muera. Nos vemos al otro lado.

Just Breathe

Yes, I understand

that every life must end, aw huh
As we sit alone,
I know someday we must go, aw huh
I’m a lucky man
to count on both hands
the ones I love

Some folks just have one,

others they got none, aw huh

Stay with me
Let’s just breathe.

Practiced all my sins,
Never gonna let me win, aw huh
Under everything,

just another human being, aw huh
Yeh, I don’t wanna hurt,
there’s so much in this world
to make me believe

Stay with me
You’re all I see


Did I say that I need you?
Did I say that I want you?
Oh, if I didn’t now I’m a fool, you see
No one knows this more than me
As I come clean.

I wonder everyday
as I look upon your face, aw huh
Everything you gave
And nothing you would take, aw huh
Nothing you would take
Everything you gave.

Did I say that I need you?
Oh, Did I say that I want you?
Oh, if I didn’t now I’m a fool you see
No one know this more than me.
As I come clean.

Nothing you would take
everything you gave

Hold me till I die
Meet you on the other side