Mi querida Big-Bang:

Tanto amor concentrado en torno al pavo me ha dejado exhausta. La familia es como la droga: en dosis pequeñitas te pone, pero si se te va la mano terminas en urgencias con los ojos fuera de las órbitas y espumarajos en la boca, víctima de un chungo sin retorno. Tal es mi caso, así que aquí me tienes en bata boatiné dispuesta a pegarme un atracón de sofá y pelis caspa, mientas reflexiono sobre esta sagrada institución y sus efectos colaterales:

1. Tu familia siempre es la “normal”, la de los demás es “rarita”. O sea, que tus hermanos no escuchen a tus nuevos novios y se centren en sus conversaciones absurdas en clave no es mala educación, sino exotismo doméstico. Que tu padre se resista a quitarse el chándal no es una horterada, sino una excentricidad. Que cada copa en la mesa sea diferente no es cutre, sino arte povere…

2. Las madres de familia numerosa siempre tienen un hijo favorito y siempre lo niegan, pero el día de Navidad se les ve el plumero más que nunca. La mejor nécora es para el nene, el muslo jugoso, ídem, y el turrón de chocolate del bueno se acaba para todos…pero misteriosamente siempre hay un trozo extra para el ungido.

3.Las cuñadas son guays, pero ¡ay de ellas como se les ocurra poner una mala cara a tu hermano!. Serán nominadas ipso facto y en adelante uno se referirá a ellas como “la novia de Chuki” o “la tipejilla ésa”.

4.Una discusión política en familia es una bomba nuclear con doce detonadores activados. Sabes que va a estallar, sabes que digas lo que digas te harás un enemigo, sabes que te juegas la calidad de tu regalo del amigo invisible, pero no puedes resistirte porque de algo hay que hablar una vez que has despellejado a los que no están.

5.Hay sobrinos a los que puedes pegar una bofetada y luego están los intocables. Esos a los que sus madres -cuñadas, habitualmente- defienden como perras en celo cuando te acercas a regañarlos por cantar a gritos los insufribles villancicos del cole.

6.Las familias perdonan, pero no olvidan. Llevan un registro exhaustivo de tus grandes hazañas, lo que se viene llamando la memoria histórica selectiva: el pedo que te pillaste la Nochevieja del 91, de la pillada que te hizo tu padre dándote el lote con uno de COU en el coche, justo delante del portal…

Recuerdan con memoria de tísico que aprobaste el carnet de conducir a la sexta, que tu traje de novia era acrílico, que a los cuatro años pegaste una patada a la profesora…Y en Navidad, como hay mucho tiempo, todos los chascarrillos e inmundicias de tu biografía afloran de nuevo y tienes que fingir que te hacen gracia. Ja, ja, ja.

7.En Navidad, las familias se ponen hiperactivas y les da por hacer planes en familia. Esto, si son muchos, es un fiasco organizativo del que una sale como el capitán Araña, abandonando el barco con disimulo, de modo que cuando se quieren dar cuenta están ya en Navacerrada.

8. …Pero que nadie toque a mi familia, eh! Es lo único cierto en tiempos de zozobra, como lo es que una siempre vuelve a casa por Navidad con el rabillo entre las piernas y la certeza de que le harán un hueco a la mesa, de que siempre fingirán que no ven cómo le das a la frasca, de que escucharán tus borderías como el que oye llover.

Así que, a falta de iglesia y sindicato que llevarme a la boca, brindo hoy por mi familia. Extensa, gritona, apabullante, hiperbólica,excéntrica, divertida, hiperactiva y militante acérrima de la Navidad. Droga dura.