Querida Big-Bang:

Mi hija mi pidió este verano con claridad: “llámame Juan por un día”. Está convencida de que ser niño tiene muchas más ventajas de serie que ser niña. Como el BMW respecto al Panda, pongamos. Juan por un día se viste con jeans y camiseta de churrero sin mangas, agarra su escopeta de dardos y su monopatín y se echa a la calle silbando con determinación. Sólo le falta el gesto de acomodarse el paquete para hacer el completo. Yo, que soy moderna y actual, no digo ni mu para no desviar su orientación sexual natural, pero le cuelgo en el armario blusas y faldas estampadas con la esperanza de que un día se confunda. Traiciones del subconsciente.

Mi cuñada M., alta, morenaza cañón y argentina me lo confesó el otro día en el cine: “quiero un mingitorio para chicas”, como quien dice: quiero unas pipas Facundo. “¿Un mingi quéeeeeeeee?, pregunté mientras las señoras de la fila de atrás me censuraban con sus miradas rayo láser. “Un mingitorio. Encuentro muy práctico eso de mear de pie”. ¡Ahh, claro!, mascullé poco convencida, imaginando en faena a una mujer de largas piernas con stilettos de charol rojo. Aberrante.

¡Ay, si las primeras feministas vieran esto se removerían en sus tumbas!. ¿Tanta lucha para terminar con la clásica envidia del pene? Sí, el psicoanálisis ha vencido al psicofeminismo. Apunto la frase para sugerir un suplemento especial a mi jefa, tan alérgica a la cosa femenina como a los ácaros en primavera. Y ya imagino los titulares, que imprimiría en camisetas de churrero 100% algodón: “Todas queremos un pene…propio” o “Viva Freud, muera Simone”.

A mí, la verdad, lo del feminismo siempre me la ha traído al pairo. Me falta consistencia intelectual y me sobra pobreza de espíritu. Lo de quemar sujetadores me pareció una memez que, como mucho, conseguía que las tetas llegaran a las rodillas antes de cumplir los treinta. Pensándolo bien, me parece mucho más práctica la postura de mi Juan por un día. Ya se dará cuenta de los dolores de cabeza que da la cosa del pene a muchos hombres y se cambiará de acera. Eso, o inventar una patente de mingitorio que nos hará ricas.