Mi querida Big-Bang:

A la hija de H. su novio le rompió el corazón pero le dejó en herencia un idioma. No me parece mal intercambio. Al fin y al cabo, los corazones rotos se recomponen con superglue pero el francés con acento de Marsella es como el sueldo Nescafé: para toda la vida. En mi observación enfermiza de las parejas suelo buscar intercambios. Belleza por poder es uno de los habituales. Juventud por dinero otro, bastante vulgar, como apellido por fortuna o espesura por frivolidad. Hay quien elige seguridad pero renuncia a la pasión. Y quien ha decidido que no quiere terminar sus días solo y anda buscando un vagón de carga que lo acompañe en sus miserias. Una lástima.

Los seres solos buscan parejas virtuales directamente sacados de su imaginario fantástico. “A mí me pone el Príncipe de Zamunda, ¿a ti no?” me preguntó hace unos días A., mientras confeccionábamos la lista de los macizos interplanetarios. Y acto seguido, para ahogar mi carcajada, me plantó un fotamen de Will Smith que no daba lugar a dudas. “Intercambia su torso por tu lengua”, me atreví a sugerirle, y el hombre se quedó pensativo, imaginando tal vez los reovecos por los que podría repasar su objeto intercambiable. Cromos, la vida son cromos, musitaba yo pensando qué podría ofrecer al mercado del amor: ¿gracejo por equilibrio?¿desmesura por iluminación? ¿inoperancia por una casa en Torrevieja, Alicante?

Escribo la lista de parejas que me gustan. Susan Sarandon y Tim Robbins era una de mis favoritas y la taché con dolor de corazón. Las de Naomi Campbell tienen  siempre un tufillo mafioso. Seguramente intercambian bombas de nitrógeno por detonadores en buen estado. Madonna es aficionada al intercambio de músculos hipertróficos por carne hiperfirme; A Kate Moss le gusta el trueque de perdición por desatino y Demi Moore se ha afiliado a cambiar hialurónico por estupidez imberbe. Es obvio que esa pareja me da repelús. Y no por que ella sea la madre de todas las cougar, sino porque él -Ashton-ton-ton- tiene pinta de no haber cazado un pensamiento propio en su corta vida.

Moraleja: Si tu novio te planta dejándote en prenda un idioma, bésale y perdona el atropello. Se puede amar de muchos modos, pero sólo hay una manera de decir “The rain in Spain stays mainly in the plain” correctamente. Eliza, la florista chunga de “My fair lady”, lo tuvo claro. Aprendamos de nuestras musas.