A Dominique StraussKahn le gustan las putas más tiradas. Lo leí en Vanity Fair y lo releí porque soy morbosa y la madame que le conseguía las putas aseguraba que “la tiene pequeña”.

DSK podía haber sido presidente de Francia pese a su micropene. Un atropello a la grandeur. Hoy se destapa diciendo en su primera entrevista que la culpa de todo es de su rival Sarkozy. Ignoramos el tamaño del miembro de Nicolás, y desde luego cómo prefiere a las mujeres de pago (si las frecuenta). Las oficiales son siempre bellas, inalterables, y de pómulos marcados. Mujeres diseñadas para llevar un trench y ajustárselo a la cintura. El chic en estado puro.

El poder y el sexo siempre han ido de la mano. Las putas lo saben y se arrodillan para que sus clientes tengan su minuto de gloria. Las miro y las entiendo. Conozco unos cuantos hombres que se acercan para demostrarte que son más que tú. Que la tienen más grande. También hay mujeres testiculares en sus protocolos, desde luego. Lo más difícil en las relaciones es moverse en un plano de igualdad donde se llega al equilibrio con cesiones de poderío. La versión sentimental de la alternancia que ya practicaron  Cánovas y Sagasta en la España de la Restauración, de la que nos hablaba un catedrático llamado Carlos Seco Serrano. Un tipo enjuto y brillante que hacía honor a su apellido.

No juzgo a los hombres que van de putas. Tampoco pienso analizar sus razones. Pagar por sexo me parece triste, ya está. No juzgo desde luego a las putas, me da pena verlas tiritar en las esquinas de Triball, ese barrio de modernos donde ellas siguen estando pese a que las calles, llenas de bares y boutiques, ya no son sórdidas. Siento ganas de acercarme y preguntar, de saber lo que ellas saben de los hombres, de la vida y, sobre todo, del poder.

DSK ha perdido el poder al perder los pantalones. Y esas mujeres a las que puso a cuatro patas para someterlas sonríen como sacerdotisas del secreto mejor guardado. Un hombre desnudo es siempre un ser desarmado. Un tipo que que se lo hace con testigos -eso relata la madame- es un capullo que piensa que su poder emana y anula las voluntades de quienes lo contemplan con el culo al aire embistiendo a una mujer que, cinco minutos después, se lo cuenta a sus amigas en una esquina de un barrio de modernos.

¿DSK pasará a la historia porque fue presidente del Banco Mundial o porque se tiraba putas con Viagra y acosaba camareras de hotel? Creo que estaremos todos de acuerdo en la respuesta.

Ay, si las putas hablaran…