Mi querida Big-Bang:

Las tardes de lluvia son muy de bata e infusión. Y no pienso desvelar si la llevo al estilo Los Morancos porque perdería a esos fans que piensan que no me he puesto un chándal en la vida que no fuera de Juicy Couture. Anoche casi termino en urgencias por urticaria horríbilis, pero antes tuve una interesante velada con mis queridas amigas de la universidad. El tema lo abrió C.. “Chicas, ¿qué hace una cuando vive en pareja? Me refiero de siete a doce de la noche…”. Como era C. no pensamos que se trataba de una boutade, sino de una inquietud real. Está a punto de convivir con su novio y cada vez que prepara la maleta sucede una catástrofe.

-“Pues mira. Yo llego a casa y él está dando forma al sillón y mirando la tele -explica la veterana M. con el peso que dan sus 18 años de matrimonio feliz-. “Sin dejar de escrutar la pantalla me pregunta: ¿qué tal el día, cariño? Y yo le contesto, más o menos resumido, mientras corro a ponerme un buen plato de patatas fritas y una cerveza. Si nos apetece sexo, es el momento. Porque luego, a las once, no son horas de follar”.

Todo esto transcurre mientras damos cuenta de unas tostas en un bar, después de que C. nos haya preguntado cómo puede pedir más dinero a sus jefes: “Porque yo negocio fatal. Creo que tengo que hacer un curso de “Hazte valer”. O algo”. A mi querida C., sin embargo, el dinero no le causa trastornos, porque es funcionaria y lo tiene asegurado. Pero odia el sistema y, sobre todo, odia a los funcionarios. Tanto, que nos relata:

-Ayer llamé a otra delegación para ver si había una vacante. Y lo hice a las 12 de la mañana, con descaro, delante de todos mis compañeros. “Pues sí, hay una plaza de secretaria sin bicho”, me respondió la voz al teléfono. ¿Pero está sola, sola?, inquirió mi amiga. “Pues…sí, en un cuartito junto al del jefe”, respondió la otra algo sorprendida. “¡Perfecto, justo lo que quiero. Yo sola, un ordenador, una bandeja de entrada y otra de salida”.

Mi amiga M. tiene una oferta para trabajar para un chorizo. Un encausado en un caso muy gordo. Y no se plantea si debe aceptarlo -como los buenos abogados- sino cómo evitar que la time a ella. A su derecha, mi amiga M-2 acaba de encontrar trabajo en un taller mecánico y lo ha aceptado sin pensárselo. Los tiempos están raros. Los orgullos nos los hemos tenido que tragar y tener un sueldo de principiante con más de 20 años de experiencia es un privilegio porque el de al lado no tiene ni eso.

Yo, por mi parte, escribo una lista con las cosas tontas que me hacen ilusión, mientras espero que el Atarax termine con este nuevo ataque: 1.Llegar a la parada justo cuando llega el autobús. 2.Descubrir que los zapatos de mi vida siguen en el escaparate, pero rebajados. 3.Estrenar sábanas limpias de algodón 100×100. 4.el olor a chotillo de las Chukis cuando salen del colegio. 4.Una cena con mis amigas convirtiendo el drama en vodevil. y 5. Una tarde de lluvia bien vaga, con vistas a pizza más peli en compañía y tapadas todas con una manta que huele a suavizante y te calma la piel y los temblores.

Busco en la página de CCC un curso que se titule “Hazte Valer”, sin éxito.