Mia Farrow&Vidal Sasoon

La delegada del Gobierno de Madrid, Cristina Cifuentes, dice que a veces es muy útil “hacerse la rubia”.

Tiene toda la razón. Lo que no sé es si lo ha dicho con el imprescindible sentido del humor, con ironía fina, o desde la militancia en el ejército de las blondies que lo son por su ideología política, no por su adoración por Marilyn o a Vidal Sasoon, el artífice del corte de pelo de Mia Farrow en La Semilla del diablo..

Hay gente que dice cosas graciosas que no tienen ninguna gracia. Luego están los graciosillos, que tampoco la tienen pero se les agradece el intento con tal de que no reincidan en exceso. El humor requiere inteligencia y oportunidad, de ahí que la mayoría de los mortales estamos incapacitados para contar chistes (excepto el del perro Mistetas, que aunque seas poco graciosa -mi caso- triunfa siempre porque toca una tecla naif indeleble y atávica).

Capítulo aparte requiere el humor cruel, ese que se alimenta de la tiña hacia los semejantes. Todos hemos conocido tiparracos que se crecían haciendo chistes de su pareja. A mí estos me ponen particularmente de los nervios. Me parece tal acto de deslealtad que me sale la juez que me habita y pongo una marca a quien osa humillar a su chico/a para arrancar unas palmadas del público. En esos casos dejo de hacerme la rubia y me vuelvo un mandril furioso, un ser reconcentrado que sólo se relaja con la siguiente visita a la peluquería a por el salvífico tinte platino.

Tampoco soy partidaria del humor excatológico. Lo detesto. No puedo con él y me causa cierto bochorno participar involuntariamente en conversaciones sobre los aspectos más antihigiénicos de la especie humana. Creo que el gran logro de la cultura está en poder eludir las alcantarillas o en perfumarlas con palabras tan alejadas del objeto al que nombran que un extraterrestre superdotado no sería capaz de entender el discurso.

¿Cristina Cifuentes o Sarah Jessica Parker?

Con el paso de los años, las rubias de bote experimentamos ciertos ramalazos de intolerancia que debemos hacernos mirar. Puede que sea algún componente del tinte, aunque hace tiempo que quitaron el amoniaco. A mí me perturban sobremanera los miserables, los tacaños y los aprovechados. También aquellos que presumen de ignorancia. Pero insisto, es cosa del tinte o puede que de la edad y debo hacérmelo mirar.

Y como me he marcado un “Yo acuso” en toda regla, terminaré tirándo piedras contra mí misma. Alguien a quien quiero me dijo el otro día que me había pasado la noche  en plan duquesa de Alba, sentada y sin dar un palo al agua en mi propia fiesta. Me revolví bastante, porque suelo pecar de lo contrario y si eres rubia y un día te sientas se te ve mucho por culpa del tinte. Ayer, además, eché una bronca descomunal porque me había pasado las vacaciones poniendo lavadoras y barriendo arena de playa. Creo que no hay mayor descanso que la soledad, y espero se me perdone este arrebato de misantropía agudizada por los picotazos de miles de mosquitos, la presencia de arañas gigantes por la casa -con sus correspondientes telarañas-y la necesidad urgente de dar una repasadita a esas raíces que me recuerdan que debajo de la rubia chisposilla y optimista duerme una castaña chunga que a veces se cabrea y se deja caer en un pozo de melancólica indignación.

PD. Como veréis, el síndrome prepostvacacional hace estragos en la tierra de las vacas…