“Frágiles”, la nueva serie de Santi Millán

El último veneno para mi organismo es una inocente aspirina. La última que tomé, ayer, me llevó a la carrera a urgencias con la glotis inflamada y mi hermano conduciendo a lo loco. Con ella, ya tengo tres enemigos localizados, los otros son el Ibuprofeno y cierto anestésico con el que el dr Mengele me achicharra los ojos de cuando en cuando. Que tu enemigo tenga apariencia tan inocente no lo convierte en menor, sino todo lo contrario. Y aquí podría poner una lista de degenerados con aspecto anodino que desataron guerras, matanzas y hambrunas en la población mundial.

O te calma, o te mata

Ser tan vulnerable te coloca en un lugar extraño frente al mundo. Ayer, en mi convalecencia acetilsalicílica, vi un trailer de la nueva serie “Frágiles”, de Santi Millán, un tipo que protagonizó mis sueños más calenturientos cuando hacía Siete Vidas y un largo y volandero flequillo le tapaba la cara.  “Frágiles”, me parece, es un gran título porque así nos sentimos todos, vapuleados por la crisis o por una simple aspirina. Lo poco que se vio pinta feo. Diálogos plúmbeos, encorsetados, a la española (con perdón). Pero algo me dice que puede que sea un éxito porque apela a eso que en la universidad se llamaba el I.H, o sea, el Interés Humano. Y el IH está más frágil que nunca.

Mi mente ya pasea por septiembre, y se asombra de la performance de JulianAssange como nuevo villano convertido en héroe, de la conversión del juez estrella Garzón en abogado por demostrar, de la reaparición de Bachar el Asad rezando en una mezquita, como si tal cosa, mientras los sirios mueren a puñados. El rescate está al caer, Gibraltar anda al rojo vivo con nuestros marineros faenando pese a la prohibión y a Urdangarín le han bloqueado sus cuentas en Andorra y Suiza. Otoño caliente, a más de 30 grados, cuando algunos aún no han vuelto de las playas.

Nunca un agosto fue tan frágil. Al hedonismo le ha vencido el catastrofismo, y algunos exhorcizan los demonios haciendo una paella en familia. Es tiempo de ritos cálidos y de decisiones radicales. Me pregunto cómo analizarán los sociólogos y pensadores de mañana los cambios que están sucediendo hoy. Me pregunto qué hace Zygmun Bauman, el gran teórico de la modernidad líquida, convertido en estrella de un festival reaggea. De momento ya ha dado una pista:

“Vivimos en una época en la que los viejos paradigmas han dejado de funcionar antes de que estuviese listo el nuevo mundo. Uno de los principales problemas de nuestro tiempo es que nos estamos distanciando del pasado a toda velocidad, pero sin ser capaces de definir el porvenir”.

Assange, ¿héroe antisistema?

El porvenir, ¿eso qué es?, se preguntan muchos.

(Santi Millán, por el momento, se ha cortado la melena y con ella ha renunciado a su sex appeal. Y mi enemigo más encarnizado inmediato, por el momento, es una simple aspirina)

Somos frágiles, lo somos. Menos mal que nuestro presidente Rajoy ha vuelto de sus vacaciones y trabaja hoy en su despacho para levantar el país.