Mi querida Big-Bang:

Si hoy es lunes esto es el apocalipsis. Y no será que no estuviera avisada. Se acabó Michael Jackson, se acabaron los discos. Soy de corcho, pero aún me queda un hilillo de razón para buscar algunas buenas razones que me hagan volver al tajo del español medio con síndrome postvacacional. Tanta vulgaridad me está matando. Tengo todos los síntomas que cuenta el Telediario: ansiedad, hormiguillo, regoello, elefantosis en los tobillos, desafecto doméstico, urticaria ante la sola visión de las aceras, desconocimiento de los rituales urbanos de manual…¿Dónde está el gallo que me daba por saco estas últimas mañanas?

Sí, te confieso que he sacado el vademécum a pasear. Mejor dicho, he volcado el botiquín antineuras y me acabo de empujar un cóctel de todo un poco que hubiera hecho las delicias de Marilyn, esa rubia inconsistente que cometió el error de casarse con un intelectual con cara de asco. Tengo para mí que por eso le dio por las pastillacas, porque las simples no somos tan autodestrictivas sólo por cantar el Happy Birthday a un presidente libidinoso.

Puestos a cantar, sólo me sale el “Asturias, patria querida”, que viene a ser el himno de los borrachos. Y claro, un suponer, si la emprendo con la frasca a estas horas de la mañana lo mismo recursos humanos se persona en mi pecera y me tiende el finiquito delante de todos, lo cual seria humillante. Puestos a ser nominada querría algo más performante. Y eso no se improvisa. Así que hoy me mantendré calladita y asintiendo a lo que se me diga, mientras con el ojo izquierdo urdo un plan infalible.

Hala, voy a ver de qué me disfrazo hoy, que aquí lo de la chancla cangrejera y la bermuda no está en el dress code y lo mismo me cruzo en el portal con la directiva del Vogue y me ponen en la lista negra, con lo que yo he sido. Lo malo es que se me han olvidado las tendencias, así que estoy por ponerme un saco negro deconstruido, como mi corazón, y tirarme sin mirar a los pedales de mi bici. El glamour y los delirios de grandeza, digo yo, vendrán en cuanto el príncipe me bese y despierte de ese sueño eterno que fueron las vacaciones.