Mi querida Big-Bang;

He vuelto. Veo mejor, sí, pero oigo menos, y juraría que he perdido paladar porque el luxury foie de ayer sabía a paté de marca blanca. Pero en el impreso de los efectos secundarios del láser no pone nada sobre daños sensoriales colaterales. Si de repente me empiezan a gustar el color rosa, las hombreras, los hombres con nariz chata , las esdrújulas o los entresijos y gallinejas de el Rastro iré a rellenar el impreso de reclamaciones.

Claro que mi amiga A no se ha operado y me manda un sms desesperado. El tipo al que ni se acercaba pensando que tenía 30 años, en realidad era de 50. “Eso es falta de agudeza visual y lo demás son tonterías”, le respondo. Creo que deberían operar de discapacidades abstractas que hacen rotos a tu biografía. Con láser, sí, en una sala aséptica con muebles de diseño danés como la mía, donde la enfermera se llamaba Estrella Polar (o algo así creí leer en el informe postoperatorio) y el médico hablaba de su hándicap golfista (de golfo?). Despreocupados, porque el láser lo hacía todo solito menos tranquilizar a la pobre -yo-que yacía con dos pinzas en los ojos que impedían cerrarlos, a lo Kubrick. Ciencia ficción. Sadismo refinado.

Imaginemos que el negocio que propongo es viable. Doctor Hándicap apretaría la tecla de la “decepción vital” y un haz de luz la arrancaría de tu cerebro a cuajo. La del “desengaño pertinaz” te haría confiar de nuevo en las arpías y en los hombres que pasaron como Atila sobre tu corazón; la de la desazón terminaría con las tardes de domingo y desesperanza… “Opérese de sí mismo” sería la oferta estrella, y el pack dos por uno podría aplicarse a las patas de gallo y a la envidia tiñosa al mismo tiempo.

Contra la desesperación, extirpación. Ya tenemos leit motiv. Que alguien -amigo A.V que estás en los feisbuks- empiece a montar la campaña. Nos vamos a forrar. ¿Qué le sobra a tu vida? sería uno de los publi reclamos. Ya veo carteles enormes con rotuladores colgando para que cada uno rellerara: “mi marido, mi perro y mis hijos”, “tres tallas”, “los números rojos”, “abstemia sexual”, “diletancia”, “aburrimiento cósmico”, “colesterol LDL”,”indeterminación”…y así.

Como verás, no cierro la comisaría ni convaleciente. Voy a dejarlo ya que tengo que salir a contemplar todo lo que me he perdido en mi ceguera. Miedo me llevarme un chasco, así que con tu permiso saldré a la calle con el botiquín en el bolso por si entro en shock y Dr.Hándicap no está cerca para auxiliarme con su láser. Como Luke Skywalker antes de pasarse al lado oscuro…