Mi querida Big-Bang:

¿Te has fijado en que hay hombres que, con la edad, empiezan a feminizarse peligrosamente? Yo a este fenómeno, que no tardaré en ver publicado en el English Journal of Medicine o en Scientist, lo llamo “síndrome mujereta”, y anunció que pienso registrar el nombre en siete idiomas para que no me plagien, que a los científicos les falta imaginación y talento para titular (con la gripe A lo han demostrado)

No como a mí, que llevo meses sugiriéndole a mi jefa que hagamos un “especial mujeretas”. Un outing que pondría contra las cuerdas a muchos galanes consagrados. “Jefa, en el Cuore esta sería una exclusiva de alcance mundial -argumento-. Saldríamos en los papeles y me invitarían a Sálvame edición extramorbo”. Ella me mira con esa sonrisilla indulgente y me sigue el rollo, no sin antes preguntarme si me he tomado la medicación.

Pero tengo pruebas. Mismamente, Johnny Deep. En mis fantasías juveniles aún sueño a ese hombre desaliñado, con las greñas delante de la cara y mirada chunga de “nena, te voy a hacer algo muy, pero que muy sucio”. Ahora es todo pómulos, está más barbilampiño que Nicole Kidman y su boca podría competir en carnosidad con la de Angelina Jolie. ¿Acaso se alimenta de estrógenos en tortilla?

Algo parecido le está pasando a Brad Pitt. Tan rubito, tan falto de ángulos y de arrugas de expresión. En cuanto se pase de donuts tendremos a la dulce Mrs. Pitt, y las nostálgicas peregrinaremos a los video clubs a la caza de una copia de “Thelma y Louise” que nos recuerde la testosterona perdida. A él la bella lo echará de casa, no sin antes encasquetarle al hijo ese con cara de asesino en serie que adoptó en la selva vietnamita.

Menos amenazante es Junior, el de Rocío Dúrcal. Sí, sí. Tuvo su momento tórrido, similar al del Dúo dinámico (otros dos mujeretas, sobre todo el bajito). Pero tanta ranchera en casa y tanta hija de cara redonda, unido a los disgustos y al drinking, han rematado a ese hombre, que llora por las esquinas y los platós de la tele reclamando la virilidad a la vez que los derechos del chalet ese de Somosaguas que le reclaman los cara-redondas. Cría cuervos.

Con tanta mujereta en lotananza es hora de recuperar al verdadero macho. Un cruce entre Charles Bronson, Al Pacino y el feo de los hermanos Calatrava. Dan mucho mejor resultado que los efebos de manual, sus espermatozoides tienen pinta de ser más capaces y huelen a sudor de taller mecánico.

Y, lo más importante, ¡hay muchísima menos competencia!