De por fin lluvia al trote dan ganas de sacar por la ventana el cuello telescópico y beber largos tragos
urgentes

Carcajadas

He limpiado la mesa con el dorso mojado de mis alas, como quien forra un libro que huele a tinta/ sangre y a pulpa de madera.
Y todo estaba en orden, el fuego  besa ya las  brasas que compondrán cenizas.
Atlánticas, azufre, necesarias.
Y dejarán un lodo que se llama memoria despiadada. O memoria histérica. O desmemoria

(La ira ajena de los teletipos  como neones rojos de triste puticlub a una media distancia,  esa que hiere menos)

El olor de café de cafetera abriga las esquinas de mi taco Myrga, compañero, 20 de octubre recita sotto voce
Los primeros rugidos del alba perforan las aceras de la calle, con gran delicadeza sin embargo

Antes de que lleguen los hombres locos con sus máquinas como perros rabiosos más allá de este techo

Proclamo la ley del folio en blanco y el olor a lavanda calada hasta los huesos
Los principios sin fin, el aire contenido en un estuche de cruel metacrilato
Que es más que una república, es mi reino de espadas invisibles

(Sin arrepentimiento por las sábanas tibias que dejé, hace ya algunos cuartos)

Postdata: Las zapatillas de invierno ya me acogen. Cómo amo recuperarlas cada Otoño. Cuánto habéis tardado en llegar, amigas mías.