1.Discutimos T. y yo, en desigual debate, sobre la diferencia entre seducción, estrategia y manipulación. Llegamos a la conclusión de que a veces las tres van juntas, como jinetes del apocalipsis. Una lleva a la otra, una explica o ¿justifica? las otras dos. Una se harta y pega un corte de mangas al dúo restante… Consideramos el ejemplo clásico de la bobita que se pone sexy para conseguir favores profesionales del señor. ¿Es un ejemplo machista o cotidiano? ¿Ambas cosas? Ya sola, en la calle, entiendo que hay un striptease más sutil e igual de demoledor. Desnudar tu alma y sus pasillos, la sagrada intimidad que es mucho más lacerante que un escote o un muslo al bies. Arrepentirse de haber compartido esa intimidad gasesosa con la persona equivocada. Cerrar algunas compuertas con carácter preventivo. Cuidarse.

2. O eres de Han Solo o de Luke Skywalker. Del canalla con humor y sonrisa lateral o el bendito ojosazules querubín de sólida consistencia moral y pinta de rezar “cuatro esquinitas tiene mi nave”. Con los hombres Han Solo uno sabía que podía acabar visitándolos en el bis a bis sórdido de una prisión federal en una galaxia muy lejana. Con los Skywalker, comiendo los domingos con la suegra. A punto de estrenarse la siguiente entrega de Star Wars, C. viene a mi mesa a contarme que su novio le ha sacado entradas para el estreno: “catorce maromos frikis de la peli y yo, la novia pinchaglobos”. ¿Te disfrazarás de Leia?, quiero saber. “Ni de broma”. Leia la virginal terminó alcoholizada. Luke se pasó al lado oscuro y Han Solo se ha casado con la escuálida Ally MacBeal, comen perdices y se pasean del brazo por las alfombras rojas, tan formales. Las apariencias engañan.

3.Ian McEwan presenta novela y asegura en entrevista: “Ser más sabio era el proyecto de mi vida. Ahora tengo 67 y me deslizo
hasta convertirme en alguien menos sabio. Y así hasta la muerte…”. Conviene revisar los “paraqués“, murmuro a la pantalla del ordenador. Lo que no ocupa pero nutre. Lo que intoxica las ganas. Anoche en Radio Clásica, extasiada, pensé. La música es lo contrario al exabrupto. No ocupa, pero llena. Un buen proyecto de vida sería no pasar un día sin escuchar una pieza, sin una buena conversación con un amigo, una lectura y un rato de silencio. Un proyecto de vida más modesto, menos frustrable, que terminar en esa desazón del cuanto más sé más sé que me queda tanto por saber (volvamos a Sócrates y a la Grecia clásica).

Paula Rego

4.En la Marlborough, calle Orfila, expone Paula Rego. La artista portuguesa de cuya obra me enamoré en aquella muestra colosal del Reina Sofía, hace unos años, es una mujer menuda y luminosa, con los tobillos hinchados de recorrer kilómetros de mujeres alteradas por la maternidad, por el sexo, por tantos escollos invisibles. Nos acercamos a saludarla, parece una anciana pero alerta de ojos. Qué bonito vestido. “Es de Dries Van Notten, ¿lo conocéis?”. ¡Pues claro! Inmediata simpatía. La moda también es arte, le digo. Asiente jubilosa y se acaricia el collar. Los artistas prefieren explicar su atuendo que su obra. Ocurre a veces. En las paredes de la galería esos pasteles y grabados te garatizan un rato MacEwan de aprendizaje. Que se detenga el mundo.

5.”Con este ruido van a despertarse los bichos de La Guerra de los Mundos“. U. ha vuelto a su ser y lo celebro a carcajadas. Después recibo un mail de J.: “Te invito al teatro y luego cena”. Le digo que mejor cerves y teatro: “Me duermo a partir de las 22.30, querido amigo”. Acepta mi tara noctámbula, me acepta como soy: “Necesito achuchones”. Respondo: “Los tendrás”. Abrazar y ser abrazada es parte del proyecto MacEwan. Esa intimidad sin seducción, manipulación ni estrategia que es la amistad. Veremos “Al Galope”, tal como nos espoleó su novio. Contaré.