Kate &Guillermo (bien tapadita)

Y entonces la virginal princesa Catalina se quitó el sujetador y su imagen de vestal impecable perdió cierto brillo y mandó a sus abogados, en plural, a amenazar a la prensa si insistían en sacar sus pechos de cervatilla regia en portada.

Tengo un cuento y pienso explotarlo. Me parece muy injusto que haya princesas sometidas a permanente izado de cejas -Letizia, sin ir más lejos, Mette Marit antes de subir tres tallas- y otras tocadas por la gracia del dios de las encuestas públicas -Kate Middleton-. Si eres royal, me temo, lo mismo no deberías hacer topless fuera de palacio, porque lo mismo hay un paparazzi agazapado poniéndose las botas. Es decir, y me voy a poner peñafielista- todos los privilegios que van unidos a tu estado es posible que tengan su letra pequeña.

Pero digo esto, nena, te diría también que si tienes todo en su sitio y desafías con soltura las leyes de la gravedad debe doler menos ser portada, ¿no? Has conseguido mantenerte lejos de cualquier salpicón de barro mientras el príncipe Harry hacía sus orgías cutres en Las Vegas. Siempre estás impecable y alaban tu elegancia incluso con vestidos de domador de leones firmados por McQueen. Y conste que amo a Sarah Burton sobre casi todas las cosas, pero no creo que aciertes siempre. El talismán es que el traje nunca pesa más que tu sonrisa, tu melena al viento y ese talle mínimo creado para ajustarse un trench o ser ceñido por un amante fogoso.

No compensa. Creo que no compensa ser princesa. A algunas, como a Letizia, se le adivina la tensión continua, esa mirada abierta en estado de vigilancia perpetua, el miedo a una mala postura, la mano fuera de su sitio,,, tan enjuta que parece que pudiera desaparecer dentro de sus tacones. Pero a Kate diría que le va la marcha. Que ha encontrado el disfraz perfecto para ir al baile y que la sombra de Diana, lejos de atormentarla, es un reto, un acicate, un pulso con buija del que está saliendo triunfante.

Y lo del topless la humaniza. Apenas un tachón en el historial. Podría ser incluso una estrategia de palacio para hacerla más humana, más vulnerable. Los expertos en imagen saben que una virgen sin sexo no seduce del todo a la opinión pública. Ser perfecta hará que te miren de abajo arriba, pero no que te quieran. Una salida del tiesto a tiempo son puntos en las encuestas, jaleos y aplausos a tu paso. Y con tu semidesnudo has echado lecha al calor de muchas fantasías. ¿Qué más quieres?

Mette Marit+diez kg=perfecta

Lo dejo ya, no sin antes añadir que sospecho de esos hombres que te llaman “princesa”. Me parece una cursilada.  Una fórmula facilona de rendir mujeres. Prefiero las flores, los poemas asonantes, un billete de avión con el regreso abierto o mi nombre pronunciado con todas sus sílabas. No quiero ser princesa, ni siquiera ayuda de cámara. Además, las Chukis no me dejan hacer topless porque les da corte y no imagino una pillada peor que una foto tomada en la madrugada, frente a este teclado, con todos los pelos tiesos, la mente al galope  y la marca de las sábanas en la cara, indeleble como los dientes blancos de Kate.

PD. Mi cuento favorito de princesas:
Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:

Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger… (Rubén Darío)