Vaya por delante que nunca he sido fan de Tolkien. Cierto tipo de literatura fantástica me parece un sustituto de la imaginación, como la sacarina del azúcar. No me excitan los elfos, los trasgos, los enanos ni las criaturillas del submundo aunque digan “mi tesoooooooooooro”. Lo mío son los monstruos clásicos, Frankenstein, Drácula y el Hombre Lobo, en primera instancia. Los lagos con niebla frente a las ciudades catedral en 3-D. La insinuación frente a la invasión explícita.  

Creo que hay una fantasía erótico-romántica y una pornográfica. La diferencia es que en la primera tú tienes que poner de tu parte. La segunda te la dan servida, deglutida y digerida. Con las exclamaciones pautadas como un guión de los Oscar. Con el orgasmo entre comillas. Ahhhhhhhhhhhh!

Todo esto viene a que ayer fui a ver El Hobbit con Minichuki. Creo que quería compensar su desolación por el hallazgo de los Reyes Magos. Darle un baño de ficción frente a la prosaica realidad que le había arañado la piel apenas unas horas antes. Craso error. Menosprecié  la capacidad de crear historias de mi hija, que a partir de la primera hora y media de película  -dura casi tres, un desatino- compuso todas las variaciones posturales imaginables en una butaca de cine, incluido el contorsionismo.

De nada sirvieron las palomitas -se las zampó en los prolegómenos- De nada los mimos de su padre, que le sostenía la cabeza de cuando en cuando mientras yo hacía lo propio con los pies. Al final, Tolkien nos obligó a un placaje que hubiera hecho respingar al Defensor del Menor. 

Creo que El Hobbit es un ejercicio de efectos digitales con coartada de historia de aventura. No he leído El Señor de los Anillos nunca hasta el final, así que me confieso prejuiciosa y maledicente. Sí solía beberme los relatos de G.A Becquer, y temblaba bajo las sábanas con uno de una mujer con velo blanco, una muerta desesperada. Creo que se titulaba El Monte de las ánimas. Tengo la sensación de que cuando el cuento fantástico es explícito, como el sexo, pierde bastante interés.

Me gustan los puntos suspensivos.

…Creo que a mi hija también. Guardo en mi ordenador varios relatos suyos que escribe algunas noches para demorar el momento de irse a la cama. Le cambio sueño por ficción, este es nuestro pacto no escrito. No son más de veinte minutos, pero a ella le otorgan una victoria y a mí me producen un calor íntimo que se parece mucho al orgullo de madre.

Cuando la realidad se pone arisca, hay que refugiarse en la literatura o montar un mueble de IKEA. Tener las manos ocupadas y jurar que nunca jamás volverás a reincidir te impide lamentar cualquier infortunio y se te olvida que no has dormido más de dos horas, que los Reyes Magos no van a traerte ningún regalo mágico que no sea un teclado o un trozo de papel y un lápiz.

Vuelvo a El Hobbit. A Gollum, ese hombrecillo contrahecho del submundo que ayer nos regaló la secuencia más divertida. La única qu nos mantuvo a Minichuki y a mí quietas paradas: Bilbo Bolsón, el personaje de Martin Freeman, se juega la vida a las adivinanzas con el custodio del anillo. Leo que Peter Jackson, el director, tardó dos semanas en rodar esos diez minutos que son una joya porque disparan la imaginación, porque te obligan a rellenar los puntos suspensivos. Porque hay algo de ballet en los movimientos arácnidos de ese tipejilllo con dos caras que es el Barón Ashler de Mazinger-Z, pero también Jeckyll y Hyde de Robert Louis Stevenson.

O sea, buena literatura.

Terminaré diciendo que a la salida del cine nadie interpretó la película porque a todos nos la habían dado masticada. Deglutida. Digerida como una papilla de gimnasio para musculados artificiales tipo Hulk Hogan. Así que no nos quedó otra que ir a cenar a unos de esos sitios donde les dan a los niños tres ceras de colores y un papel…

…Que mi hija y yo cogimos con ansia  para dibujar frenéticas hasta que llegó el sandwich Club.

Las películas que te impiden soñar suelen abrirte el apetito. Como el mal sexo. Pura ansiedad.

P.D. Sí, esta post es demagogia pura. A veces la ficción te lleva por submundos donde no hay Gollum que te frene con un ingenioso esgrima de adivinanzas y te llame mi tesooooooooooro.