Equipo de Comunicación de Merck en España
Merck Comunicación. Mi equipo

Voy a hablar de cómo una mañana cualquiera un libro que no compras y alguien te envía, que pasa meses arrumbado en un rincón de la estantería y del que no te deshaces porque su título tiene algo que tú, lectora ávida y soberbia de “literatura de calidad”, sientes que de alguna manera te interroga y de pronto te dejas seducir por su silbido tenue y abres la puerta de sus páginas y asientes entusiasmada y subrayas y escribes en sus márgenes, imparable.

Voy a hablar de lo que me ha provocado un señor que no conocía llamado Xavier Marcet y un librito simple y sin ínfulas literarias; de esos de “management” que pueblan el front row de las pasarelas de aeropuertos y estaciones de tren: “Esquivar la mediocridad” (Editorial Plataforma Empresa).

Voy a hablar, como él y gracias a él, de esfuerzo y de cansancio. De lo crucial que es construir lo que él llama un “ecosistema de honestidades”. De la consistencia y el criterio. De lo que habla este libro. De lo que escribo a menudo, me parece, de una manera deshilachada y sin un plan prefijado desde que hace once años empezó este blog sin más propósito que pensar con los dedos sobre lo que veía y sentía, lo que me provocaba un incendio de ideas como lava que solidifica en eso que llamamos criterio.
(De la bendita serendipia que tantas alegrías me procura).

Voy a hablar, sobre todo, de mi Equipo -el equipo de Comunicación de Merck en España, que dirijo. Ese ecosistema de honestidades inteligentes que se llaman Alba, Dani y Cristina– y de lo orgullosa y afortunada que me siento de liderarlo. De todo lo aprendido y desaprendido a su lado estos dos años. De la suerte de que que me hayan perdonado, o así lo siento, mi vehemencia apisonadora en los comienzos en ese afán de construir voraz un modelo distinto y disruptivo. De mi falta de tacto en ocasiones al no reconocer de forma más explícita lo que ya traían de serie, que era mucho. Del temple que me han demostrado y la capacidad de sobrevivir a mi bombardeo constante de provocación para estirar los límites y ser innovadores. De cómo me han enseñado que dándoles más confianza y tierra para bailar (llámalo responsabilidad) me harían mejor jefa y, sobre todo y más importante, mejor persona.
Voy a hablar, por tanto, de gratitud, de prueba y error y también de cómo la creatividad y el sentido del humor que compartimos nos han salvado a veces del tentador desaliento. De lo bien que han entendido que la vocación de servicio nada tiene que ver con la obediencia. De su entusiasta apertura a jugar y a picar piedra, dependiendo del reto y el momento. O a picar piedra jugando (esa es nuestra pócima secreta, ahora que lo pienso).

Tengo que decirles, deciros, que en los momentos de cansancio y pesadumbre, que los ha habido y habrá, siempre los visualizo a ellos/a vosotros para sentir que el esfuerzo es compartido y no estoy sola. Tengo que confesaros que nunca pensé que el trabajo a distancia que ha impuesto esta pandemia afectara poco a nada al rendimiento de nuestro equipo. Me parece un éxito increíble, como esas historias petardas de amor de comedia de mediodía made in USA que sobreviven a las millas geográficas y encuentran otras vías de expresarse.

Gracias por haberme obligado a desaprender para aprender, eso de lo que habla Xavier Marcet en este libro. Gracias por no conformaros y entender que el mejor camino rara vez es el más corto. Gracias por no darme la razón si no la tengo. Gracias por perdonar mis ripios periodísticos y perseguir a muerte la consistencia. Gracias por buscar conmigo los titulares de esa generación inmensa de noticias que es una compañía de ciencia y tecnología como Merck. Gracias por esos brainstorming locos de los que sale oro. Gracias por vuestra lealtad inquebrantable y vuestra rebeldía necesaria. Que sepáis que cuando dibujo un Dream Team en un folio -ese ejercicio necesario- siempre salís vosotros. Muchas gracias.

PD. “Los directores de comunicación no son gente que sirva los platos que le entregan en la cocina para llevarlos a la mesa, son gente que ayuda a preparar los platos para podernos explicar”, escribe Xavier Marcet. No puedo estar más de acuerdo. Y en esa faena, añadiría, más les vale tener al mejor equipo en la cocina. Esa es mi suerte.