Mi querida Big-Bang:

Supón que juegas a la oca y caes una y otra vez en la casilla chunga ésa que te condena a volver al punto de partida. Sí, tú ibas muy chulita avanzando por el tablero, “y tiro porque me toca”, entre bicharracos voladores, con ese ansia mal disimulada de ganar al menos a una cosa en tu vida, y cuando estabas a punto de coronar la cima, los dados malditos te obligan a volver al campamento base, replantear la estrategia, comprobar si hay provisiones para un nuevo ataque a la cumbre y ver cómo hasta el más lerdo te da una pasada por los flancos que te deja tiritando.

¿Perder es una forma de ganar? Quiero decir que lo mismo en tu jugada estabas tirando los dados con una inclinación de muñeca equivocada y toca corregir el tiro. O puede que que el ángulo del codo hubiera que reprogramarlo. O que quedarse eternamente en el principio sea una señal. Una prueba de humildad. El descanso forzado. La ley y la trampa.

Veamos si el azar es sólo Paul Auster en un día de alta inspiración. ¿Existen las casualidades cuando uno mira el reloj cada mañana y siempre marca la misma hora? ¿Es casual cruzarse con un gnomo en el jardín cuando no tienes jardín? ¿Cuántas caras tienen las verdades absolutas que han cimentado tu equilibrio de cartón piedra 365 días? ¿Y si tus certezas se fueran a tomar por saco un rato cada año bisiesto?

Te confieso que sólo alcanzo la ataraxia con la pastillaca ésa que me venden sin receta. No saben lo que hacen. Me pica, me pica todo. Hace ya un tiempo que la piel me manda señales y lo único que se me ocurre en embadurnarme de cremas con urea. Qué asco. Al menos deberían llamarlo de otro modo, no recordarte que alguien se ha meado para cerrar en falso tus cicatrices de diseño. Puaj!

¿Que si tengo un mal día? Noooooo! Es sólo que el suelo se ha movido y que en el techo había goteras, polvo bajo los sofás y la gran verdad era de atrezzo. Y es verano y los albañiles tienen una caraja que lo mismo pasan de acudir al grito de guerra de una peliteñida apuntalada a la remanguillé. ¿Y si tiro la llave dentro y me piro a un hotel con Spa y camareros macizos? ¿Y si me encierro en una habitación con la tele a tope y una baraja de póker? ¿Y si vuelvo a la casa de empeños a recuperar el corazón que dejé envuelto en un trapo blanco?

A ver si te enteras de una vez, chatilla. Ahora que la paciente respondía al tratamiento llega House y le suelta el gotero. Sírvete de enviarme un pack contra el olvido y dile a mi querido Calleja que se venga a amenizarme la condena al campamento base. Y las ocas ya pueden espabilar, que tengo una escopeta de balines y ningún argumento sólido para no liarme a tiros si me harto de quedarme en la casilla de la duda.