Mi querida Big-Bang:

Las matemáticas son antídotos contra la inseguridad. Este es mi primer pensamiento del día. No entiendo por qué los tarados terminamos estudiando letras puras. Ese bosque salvaje y desorganizado donde los principios varían todo el tiempo, según les dé el agua o el sol. Tradicionalmente los caóticos hemos leído para poner algún asidero en esa jungla, y ya de paso nos liamos con científicos para que nos hablaran de amor en ecuaciones. Lo que, bien es sabido, elimina todo margen de error. Pero cuando nos vimos discapacitados para sentimientos integrales o derivados, para permutaciones del corazón, pegamos la espantada y nos perdimos por la selva cargados de novelas sin respuesta.

Ser de letras es una incógnita sin resolver. Las chicas de ciencias del colegio eran, creo recordar, más sensatas, más cabales y hasta más frías. Lógico, cuando cerraban la cartera por la tarde se llevaban resueltas sus inquietudes a casa. Pero nosotras, las otras, abríamos el estuche como una caja de Pandora altamente explosiva y se nos iban las horas como al Quijote, imaginando historias que no cuadraban en una división. Tachando en el cuaderno y haciendo dibujitos por los márgenes. Desazonadas porque sin solución no había paraíso, más allá de los bocadillos de Nocilla y la promesa de un rato de ficcion antes de que tu madre apagara la luz del cuarto.

Dicho lo cual, envidio a los científicos con virulencia tiñosa. Han elegido la línea recta del camino. Llevan calzado cómodo mientras que otras mamarrachas nos tambaleamos sobre alturas imposibles que desatan fuerzas encontradas que no sabemos calcular, aunque hay fórmulas matemáticas para ello. La mejor profesora de matemáticas que tuve era una incapaz que solía explicar lo inexplicable con cinco palabras: “esto es así por convenio”. Gracias a ella las rebeldes de ADN nos fuimos pitando hacia otros lares, porque nada revienta más que el que te respondan con un “porque yo lo digo” cuando buscas desesperadamente una razón. Lo que me lleva a que las matemáticas son dictatoriales, y encierran un paternalismo peligroso y adictivo, dada su condición de ansiolíticos.

Aquí lo dejo. Debo resolver algunos enigmas antes de salir de casa y me faltan precisión y talento.  Eso sí, me he documentado y hay una lista bien larga de científicos tarados http://www.cyberhades.com/2009/04/02/10-… que refutan mi elección del camino del caos. Debo aceptar que el balance de mi vida jamás cuadrará. Que siempre sobran o faltan piezas. Que donde estén la literatura y el sueño que se quiten los números. Esos que no explican la vida. ¿O sí?