Querida Big-Bang:

Llego a la comisaría y el policía jefe me manga el DNI, delante de mis narices. Yo finjo que no lo he visto y busco en la cartera, rebusco, cada vez hay más papepes, tickets de compra, billetes gastados de autobús, resguardos de la tintorería… El pulso se me dispara. Sudo. Cierro el monedero, lo abro. Soy una delincuente y este hombre me va a meter en la trena por acumular basura radioactiva sin documentación en regla.

Efectivamente lo hace, sonriente y, tras hacerme la consabida foto de frente y de perfil con una vieja Polaroid que no escupe nada, termino en una celda con el dúo Pimpinela como compañeros. Se han operado tanto la cara que parecen dos clones. Cantan desgañitándose: “porque ahora soy yo la que quiero estar sin ti. Por eso veteeee olvida mi nombre, mi cara y casa y pega la vueltaaaaaa”. Como no me queda otra, les hago los coros.

Sí, he aquí mi primera pesadilla del año. Eso me pasa por dejar los barbitúricos, el alcohol y las pastillas juanola al mismo tiempo. Hacer las cosas a lo grande es lo que tiene. Soy maximalista en los vicios y en las retiradas, y lo estoy pagando caro. Un ejército de restos de banquete me espera en la cocina y mi primer impulso es tirar todo a la basura, sin indultar ni al foie, y bajarme a por frutas y hortalizas. Depuración total.

Otra opción sería enclaustrarme en una casa de esas de ayuno donde mi amiga C paga un dineral a cambio de que le quiten las bragas y le den alfalfa para desayunar. No entiendo que para matarte de hambre tengan que venderte las grandezas del nudismo. Guarros, eso es lo que son. O quizás comer alfalfa desata las libidos. O te deja tan atontado que sólo con una visión carnal reaccionas a las instrucciones del profesor de yoga.

En fin, que ando desazonada y lo primero que miro es que el DNI esté en su sitio. Arrancar el año indocumentada es una lata y si me detienen por algo -cosa que no descarto- quiero poder sacar con chulería mi carnet. Si el poli me deja conservar dos pertenencias, elegiré un caldo de berzas y un bote de echinnacea, para que veas que lo mío va en serio. Tantos chaneles y mamoneo glamouroso me ha llenado de ruido el cuerpo y estar desafinada un 2 de enero presagia catástrofe de aquí al verano.

Anoto mis objetivos del año, con letra leglible y orientada hacie el polo positivo: 1. Confraternizar con gente de bien que habla de temas aburridos. 2.Dejar que los aburridos terminen sus frases, sin pisárselas. 3.Ver cine de autor como el que oye llover. 4.Viajar a lugares ignotos con un neceser por todo equipaje. 5.Leer a Joyce, que ya va siendo hora. 6.Dejar de contar historias de terror a los niños. 7.No matricularme en ningún gimnasio. 8.Recoger la mamografía de hace dos años. 9.Llamar al fontanero. Y 10 (y más importante):Emprender una cruzada contra Telefónica y sus timos.

Con tanta previsión vital me he quedado mucho más tranquila. Bienvenido 2010 y sus tormentas. Igual me permito echarle al caldo una punta de jamón y todo, como premio.